viernes, 28 de octubre de 2011

HISTORIA NACIONAL DE LA INFAMIA (III): LOS ATENTADOS DEL 11-M (4)

Siguiendo con la difusión de los análisis de los atentados de hace siete años en Madrid, subo ahora la que en su momento me pareció la más rigurosa investigación periodística sobre lo que realmente sucedió (y, sobre todo, lo que no sucedió) entonces, la realizada por Fernando Múgica para "EL MUNDO".

LOS AGUJEROS NEGROS DEL 11-M. UNA VERSIÓN POLICIAL REPLETA DE INCONGRUENCIAS.

Han pasado ya 38 días desde los trágicos acontecimientos del 11-M.Un tiempo prudencial como para que, dejando a un lado los inevitables impulsos emocionales que provocaron los atentados, reflexionemos sobre los datos revelados hasta ahora por los investigadores y, ante todo, sobre nuevos elementos que ponen en duda muchas de sus conclusiones. EL MUNDO ha conversado, durante este tiempo, con fuentes de los distintos cuerpos de seguridad del Estado, testigos cercanos a los detenidos y analistas de varias embajadas para elaborar un laborioso puzle que abre horizontes inquietantes.En los días previos a las elecciones se preparaban, en secreto, golpes de mano espectaculares contra la cúpula de ETA. Durante el 11-M, y en los días posteriores, se manipularon informaciones, se desviaron pistas, se ocultaron datos vitales para el esclarecimiento de los hechos. Son los agujeros negros de unas jornadas que cambiaron, de una forma drástica e imprevisible, el rumbo político del país.Las flagrantes incongruencias de lo que hasta ahora se ha conocido deben dejar paso a la exigencia ineludible de que se llegue hasta el fondo de la verdad de todo lo que sucedió.

El 10 de marzo, miércoles, el Gobierno de José María Aznar está muy tranquilo. Sabe por todas las encuestas que cuatro días después va a ganar las elecciones. El propio Felipe González lo declara en un círculo de íntimos esa misma tarde: «No tendrán la mayoría absoluta, pero van a ganar las elecciones».

Al presidente le tienen preparado un regalo de fin de curso. Sus colaboradores más próximos saben que para él, la lucha contra ETA ha sido uno de los ejes centrales de su actuación. Por eso, las Fuerzas de Seguridad le van a dar una gran satisfacción que a la vez servirá como una última catapulta electoral para arrasar en los comicios: la captura, de golpe, de toda la cúpula de la banda y de prácticamente todos sus comandos operativos conocidos. Aznar podrá así, dentro de su último mandato y por un margen de un par de días, cumplir con una de sus promesas más solemnes: acabar con el grueso de la organización terrorista.

Se ha elegido cuidadosamente la fecha del gran golpe: la noche del viernes 12 de marzo, justo en el momento en que el país abandona la campaña electoral para sumergirse en la jornada de reflexión. Los agentes de campo están cada uno en su puesto vigilando a los terroristas. El secreto de la operación es absoluto. Las Fuerzas de Seguridad han trasladado al Gobierno, en las últimas semanas, su preocupación al considerar que ETA puede intentar un atentado salvaje que irrumpa de forma determinante en la campaña electoral. En este sentido, se han analizado hasta la saciedad los intentos de la banda por volar trenes en la estación madrileña de Chamartín coincidiendo con la tarde de la última nochebuena

Hay detalles de Inteligencia que indican que es muy posible la utilización de mochilas. Los dos jóvenes capturados en una carretera comarcal de Cuenca con una furgoneta en la que transportaban 500 kilogramos de explosivos, Irkus Badillo y Gorka Vidal, han declarado que ETA les había ordenado la colocación en la estación de esquí de Baqueira Beret, en las últimas Navidades, de 12 bolsas y mochilas con explosivos para que explotaran de una forma coordinada. Tras observar el terreno desistieron de la acción.

Todos han dado por supuesto que la Guardia Civil está detrás de la captura en una operación de seguimiento de la furgoneta desde Francia, pero no es cierto. Aunque parezca imposible, ha sido una detención casual. Eso quiere decir que no tienen a los nuevos comandos jóvenes tan controlados como creían. ¿Para qué pueden querer 500 kilos de explosivos en Madrid el 28 de febrero si no es para destrozar las elecciones?

TELÉFONOS MÓVILES

También les preocupan los teléfonos móviles. En la estación de San Sebastián, los servicios especiales de la Guardia Civil habían encontrado semanas antes lo que calificaron como una bomba cebo.No se trataba de una trampa destinada a destrozar a quienes intentaran desactivarla. Por el contrario, era un artefacto inofensivo pero que tenía como iniciador un teléfono con dos cables, uno rojo y otro azul.

ETA ha intentado desde hace tiempo utilizar teléfonos para cometer sus atentados. Así lo hicieron en el cementerio de Zarautz, el 9 de enero de 2001, cuando se encontraban reunidas muchas personalidades junto a la tumba del concejal del PP José Ignacio Iruretagoyena, asesinado tres años antes. Los últimos informes de Inteligencia en poder del CNI explicaban con detalle las pruebas de ETA para utilizar teléfonos móviles como iniciadores de bombas. Informes anteriores detallaban que los terroristas no habían conseguido subsanar técnicamente un desfase entre el momento de la decisión de activar el explosivo y la explosión, un corto intervalo de tiempo que a veces era de unos simples segundos. Pero el último informe era categórico: al fin habían logrado la simultaneidad.Los teléfonos móviles ya eran operativos para ETA. Presumiblemente, en el próximo gran atentado sería el sistema utilizado por los asesinos.

En la mañana del 11 de marzo se produce un enorme desconcierto. Es importante la coordinación entre las Fuerzas de Seguridad y el Gobierno en funciones. Llegan las primeras noticias del atentado y con ellas los datos de que, al parecer, se han empleado teléfonos móviles para hacer estallar al menos 10 o 12 mochilas y bolsas en los trenes próximos a la estación de Atocha. Por los datos aportados anteriormente, todos piensan en ETA. Se envía inmediatamente al norte la orden de que los agentes operativos den noticia de los objetivos que están siendo estrechamente vigilados para la macro operación preparada para el viernes por la noche. Los informes van llegando y el desconcierto aumenta. Todos los etarras están en su sitio. Ninguno de los vigilados ha podido ser el autor de la masacre. Muchos recuerdan la furgoneta detenida en Cuenca y al comando que surge de la nada.

En ese momento de máximo desconcierto, sucede algo que provoca que el Gobierno cometa el mayor error de su mandato. Comienza la trampa. Un miembro de los Cuerpos de Seguridad envía por teléfono y desde el mismo lugar de los hechos la primera valoración del explosivo. Siempre de viva voz y sin que nadie ponga todavía nada por escrito se nombra la palabra mágica: Titadine. Es el fabricante de una modalidad de dinamita que utiliza habitualmente ETA.

La palabra se extiende entre los que tienen algo que ver con el caso y los primeros informes que llegan a la Policía Nacional, la Guardia Civil, el CNI, el Gobierno de la nación y el Gobierno vasco. El error al transmitir el informe sólo puede ser intencionado. Ningún experto policial, y menos los especialistas en desactivación de explosivos, podrían confundir Titadine con Goma 2. Los olores que provocan ambas sustancias son tan diferentes como un plátano y una pera. Pero en los primeros momentos de confusión, téngase en cuenta que a esa hora de la mañana ni siquiera se sabe aún el número de víctimas, produce un efecto multiplicador demoledor. Esos primeros indicios son los que le hacen pronunciar a Ibarretxe aquel discurso tan precipitado en el que, con una cara de enorme preocupación, arremete contra ETA después de considerar como un hecho cierto que han sido ellos los autores. El Gobierno también cae en el mismo error.

Aquí juega un papel determinante Arnaldo Otegi, parlamentario de Sozialista Abertzaleak, que insinúa a una radio local del País Vasco, Herri Irratia, que lo primero que le ha venido a la cabeza es que «el Estado español mantiene fuerzas de ocupación en Irak». La pista radical islamista se pone así en marcha poco después de las 10 de la mañana. Pero Otegi sólo trata de ganar tiempo.

OTEGUI MIENTE

A las 13.00 horas volverá a reafirmar esta idea para salir al paso de las primeras declaraciones del ministro del Interior, Angel Acebes, que defiende con rotundidad la autoría de ETA. Otegi no contempla «ni como mera hipótesis» que ETA pueda ser la autora de los atentados de Madrid. Pero está mintiendo y el presidente del Gobierno a esas horas ya lo sabe.

Las Fuerzas de Seguridad tienen constancia de una conversación que el propio Otegi ha mantenido con alguien de su entorno antes del mediodía -dos horas más tarde de sus primeras declaraciones exculpatorias para ETA- y en la que muestra su desconcierto, su miedo, su total estupor: «Si sale alguien por ahí (se refiere a alguien de los suyos) reivindicando esto, estamos perdidos definitivamente. Yo tengo que saberlo cuanto antes porque si es así no puedo volver a mi pueblo. Tengo que marcharme cuanto antes. Necesito saberlo».

Lo que el Gobierno no conoce es que ya en esos momentos se han puesto a trabajar duramente un grupo de mandos policiales y algunos agentes del CNI, de la cuerda más dura y leal al partido socialista, para informar a sus dirigentes de todos los detalles que puedan conducir la situación en beneficio propio. Son los mismos que consiguen que cambie de manos la investigación y que la controlarán desde ese momento.

Se forma un equipo hermético que deja de lado a la Guardia Civil y que ralentiza las informaciones que se pasan al CNI. Llaman, sin embargo, cada pocos minutos a una célula del PSOE que obtiene así información privilegiada, lo que les permite montar una estrategia eficaz contra el Gobierno. Saben que éste sigue empeñado en la tesis de ETA y permanecen callados para que Aznar, Rajoy y Acebes se metan ellos solos en la trampa.

A la vez, comienzan a darse a conocer, a cuentagotas, detalles que marcan un camino a la opinión pública. En la misma mañana del 11-M aparece una misteriosa furgoneta blanca. Un portero ha visto a tres sospechosos, con la cara y la cabeza cubiertas, junto a una furgoneta blanca marca Renault, modelo Kangoo. Uno de ellos llevaba una bolsa y se ha dirigido hacia el tren, en torno a las siete de la mañana, en la estación de Alcalá de Henares. Se dice en un primer momento que la furgoneta no tiene huellas, más tarde aparecerá, en el transcurso de los siguientes días de la investigación, una huella de un joven marroquí a quien pronto se acusará de ser uno de los autores materiales de los atentados, Jamal Zougam. Este podría ser el hombre que vio el portero con una bolsa entrar en la estación de Alcalá de Henares. En su entusiasmo, el testigo relata a la policía que era un hombre alto, como de 1,90 metros, muy fuerte. Zougam apenas sobrepasa el 1,60 de estatura.

EL PSOE INFORMADO

Miembros del PSOE, avisados por su gente en la policía, saben desde la mañana de la existencia de la furgoneta, antes incluso que el propio CNI. La Inteligencia española no conoce, a la hora de redactar uno de los informes que el Gobierno en funciones desclasificaría días más tarde, ni siquiera la existencia de esa furgoneta, matrícula 0576 BRX. Se dice que su dueño presentó una denuncia por desaparición del vehículo unos días antes, el 28 de febrero, y que fue robada frente a su domicilio en el populoso barrio de Cuatro Caminos de Madrid. Cuando la encuentran, conserva las placas de matrícula originales y los expertos determinan que se ha utilizado sin forzar nada y con llaves originales. Al dueño le desapareció todo el manojo de sus llaves hace casi un año. Es falso que viva en Cuatro Caminos. Su domicilio, como figura en la propia denuncia, está en una calle con nombre de vegetal de la localidad de Torrelodones.

En la revisión de la furgoneta se tarda las horas suficientes como para que el Gobierno se meta un poco más en la trampa de la autoría de ETA. Se da la excusa de que la policía no tiene Tedax libres. Todos sus especialistas en explosivos están ocupados en los lugares de los atentados. Pero lo que no dicen es que la Guardia Civil ofrece sus servicios de Tedax y son rechazados de forma categórica.

Muy avanzada la tarde, y a pesar de que un perro-policía ha demostrado horas antes lo contrario, se da a conocer que se han encontrado restos de explosivos. Incluso se habla de un cartucho de 125 gramos de dinamita Goma 2 Eco. No es cierto. El perro que se empleó para el reconocimiento no se comportó como lo hacen invariablemente cuando encuentran explosivos, con inmovilidad absoluta. En la furgoneta no había explosivos cuando la policía la precinta en Alcalá. La furgoneta es trasladada primero a la Brigada Provincial de Información en la calle Tacona de Moratalaz. Desde allí, a las 14.14 horas, se lleva a las instalaciones de la Comisaría General de Policía Científica, ubicadas en Canillas.

Los funcionarios de la comisaría de Alcalá no habían detectado explosivos en su inspección ocular. Es en Canillas donde se encuentra, debajo de uno de los asientos delanteros, una bolsa con siete detonadores de distinto tipo y fecha.

Pero la noticia de la jornada, la que hace que todo dé un vuelco definitivo, es la aparición de una cinta de audio con versos del Corán. Comienza a asomar así lo que un veterano investigador de la policía ha definido como el cuento de Pulgarcito, alguien que encuentra el camino porque previamente ha dejado las piedrecitas blancas que le indican el mismo. En la furgoneta hay también una casete en árabe -junto a otras de Plácido Domingo- pero lo que nadie dice es que la cinta, grabada en Arabia Saudí e interpretada por un cantante, corresponde a unos versos de iniciación al Corán, algo que no cuadra en un peligrosos y fanáticos terroristas islámicos. Es como si en manos de unos terroristas integristas católicos del IRA se encontrara un librito de iniciación al Catecismo. Pero el efecto mediático ya se ha producido.

Una hora más tarde se da a conocer la reivindicación de un grupo islamista, las Brigadas Abu Hafs Al Masri, que ha mandado un e-mail a un periódico británico en lengua árabe, Al Quds Al Arabi. Los especialistas no le dan ningún valor como demuestra, con sólidos argumentos, otro de los documentos del CNI desclasificados. Los que firman la autoría son un grupo que en los últimos meses ha reivindicado todo lo imaginable, incluidos los últimos apagones de Nueva York. En los días siguientes se producen hasta siet reivindicaciones diferentes de, al menos, cinco grupos organizados, procedentes de cuatro países diferentes.

TENEMOS OTRA BOMBA

Otra pista clave irrumpe de pronto en el panorama. A las dos de la madrugada del viernes, miembros de la comisaría de Vallecas llaman a los Tedax después de haber encontrado una bolsa que contiene una bomba. No es la única que no ha explotado a lo largo del jueves.

En la mañana de los atentados aparecen al menos tres más en las cercanías de la estación de Atocha y en la de El Pozo. En todos los casos los artificieros optan por destruirlas inmediatamente. Se vuelan por los aires de esa manera pistas materiales que parecen imprescindibles para el esclarecimiento de los hechos.

Un joven policía municipal relata su hallazgo muy pormenorizadamente. Es un novato que apenas lleva un año de servicio. Jacobo Barrero cuenta cómo encontró debajo de uno de los asientos del segundo piso de uno de los trenes afectado por las explosiones una mochila negra. Cuando la abre, casi le da un síncope. Ve un teléfono del que salen dos cables, «uno rojo y uno negro», que están conectados a una fiambrera redonda de color naranja. No habla en ningún momento de cartuchos. Corre hasta una tapia cercana con la bolsa y llama muy nervioso a sus superiores. No le hacen demasiado caso y decide volver a intentarlo, esta vez con la Policía Nacional. Atienden su aviso y envían a los Tedax.

Varios expertos en la materia no entienden todavía por qué decidieron volar la bolsa. «Un simple chorro de agua podría bastar para inutilizarla, sobre todo sabiendo que a pesar de los traqueteos a los que le sometió el agente que la había encontrado no se había activado». El caso es que aquella mañana destruyen esa y el resto de las mochilas que no habían explotado. En el aire quedó un olor picante muy intenso, nada que ver con el Titadine cuyo nombre tanto había despistado en un primer momento.

Pero vayamos a la madrugada del viernes. A las 2.40 horas, y a requerimiento a través de una llamada de los policías de servicio, los Tedax, llegan a la comisaría de Vallecas para inspeccionar una bolsa azul, con asas de cuero. En su interior hay una masa gelatinosa, unos 10 kilos, de lo que luego se averiguará que es dinamita Goma 2 Eco, de la fabricada por Explosivos Riotinto, unida a un detonador eléctrico marca Riodets, fabricado en Galdakano, Vizcaya, como los encontrados en la furgoneta blanca. Mezclados con el explosivo hay un kilo aproximado de clavos y tornillos.

Al día siguiente, se da a la prensa la versión de que alguien en la comisaría de Vallecas se había percatado del contenido de la bolsa por casualidad, después de que sonara un teléfono móvil en su interior. Se ha publicado que la bomba no había hecho explosión a las 7.20 horas en el tren porque los terroristas se habían confundido al colocar la hora del despertador que tenía que activar el mecanismo. Pusieron la hora en PM en lugar de AM. No es cierto. De serlo, hubiera estallado a las 7.20 horas de la tarde, y no fue así.

LA MOCHILA TRASHUMANTE

La realidad es que esa bolsa dio teóricamente vueltas por Madrid durante muchas horas sin que nadie se percatara de ella. Algunas versiones dicen que fue trasladada hasta Ifema con el resto de las pertenencias que se encontraron y que nadie había reclamado. Lo único que se sabe es que alguien llamó desde la comisaría de Vallecas a los Tedax a las 2.00 horas de la madrugada del viernes para que se hicieran cargo de ella.

La relación con los trenes es meramente circunstancial. Cualquiera podía haberla colocado en Ifema. La bolsa esta vez, contraviniendo lo que la policía había hecho hasta ese momento con las mochilas bomba que habían encontrado intactas, no es destruida. Los Tedax quieren deshacerse de ella y es un comisario jefe quien se lo recrimina mientras uno de sus inspectores (Protección Ciudadana) se ofrece voluntario para neutralizarla. Sea como fuere, figura las 5.12 horas como el momento en que es desactivada, en un parque cercano. Es así como se obtienen todas las pistas que llevarán a los investigadores a las primeras detenciones.

Es sorprendente que en las imágenes policiales tomadas del contenido de la bolsa no aparece ningún tipo de cartucho de dinamita. Sólo hay una masa gelatinosa de explosivo, un teléfono móvil con dos cables incrustados, una batería para el teléfono y, por supuesto, la tarjeta del móvil. Las fotografías son publicadas por la cadena de televisión estadounidense ABC y pueden ser contempladas por cualquiera en su página de Internet.

Aquí viene uno de los episodios más curiosos de toda esta historia. La tarjeta del teléfono lleva a los investigadores hasta un hombre de raza gitana que es quien ha contratado con Amena ese número. Descubren así que la tarjeta está clonada y que el teléfono lo ha vendido una pareja de comerciantes indios en su establecimiento. ¿A quién? A Jamal Zougam, un trapisondista marroquí de poca monta que tiene un locutorio muy popular en Lavapiés. Precisamente se dedica a comerciar con tarjetas de móviles, entre otras cosas. Es un viejo conocido de la policía y de los servicios secretos de medio mundo.

Los franceses enviaron en 2001 una comisión rogatoria relacionándolo con Maher y Contelier, dos activistas vinculados a la organización Ansar al Islam. La policía registró en aquella ocasión su domicilio sin encontrar nada raro. Se trata de un hombre marcado. Es uno de los 300 marroquíes a los que el servicio secreto da un repaso de vez en cuando por si está haciendo algo peor que robar con los teléfonos. Su nombre aparece en el sumario del juez Garzón por el 11-S y en las agendas de Abu Dahdah, que está en la cárcel como responsable de la célula de Al Qaeda en España.
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En la tarde del viernes los investigadores que han apostado por la pista de ETA sienten alivio cuando les cuentan que han encontrado una tarjeta de teléfono en la mochila que no explotó y que es de fabricación francesa. Creen que el rastreo de esa tarjeta les va a llevar hasta San Juan de Luz. Por eso, agentes del CNI llaman a sus fuentes para comunicarles que la pista de ETA cobra, de nuevo, una gran fuerza y que es la más fiable, a pesar de todos los demás indicios. Acebes sale de nuevo en televisión esa tarde y sonríe para sus adentros convencido de que pronto va a poder demostrar que la pista etarra es la verdadera.

NO ES AL QUAEDA

Los expertos en terrorismo islamista han aportado además dos nuevos datos que consideran claves a la hora de descartar a Al Qaeda: esta organización nunca reivindica sus atentados hasta después de un mes y medio de que los haya cometido y, sobre todo, jamás han robado una furgoneta, como la blanca que se encontró con la casete con versos del Corán, para una de sus acciones armadas. La compran o la alquilan.

Pero el viernes a las 12 de la noche, cuando todavía los gobiernos británico e italiano comunican a Madrid que en su opinión la autoría es de ETA, la tarjeta del móvil no lleva a ETA sino a Zougam. Los islamistas pasan a primer plano y ya nadie se atreve siquiera a insinuar la posibilidad de que ETA esté involucrada. Hace ya horas que por puro sentido común se ha paralizado la operación, preparada para esa noche, para detener a toda la cúpula etarra.

La juez francesa antiterrorista Le Vert llama a una alta personalidad del PSOE para advertirle de que los expertos franceses descartan a ETA. Un camarero que se encuentra sirviendo la mesa donde se recibe la llamada cuenta que, en ese momento, uno de los comensales pide el champán más caro de la casa y dice «¡Hemos ganado las elecciones!».

Dos horas y media más tarde, como consta en la fecha y hora de algunos de los e-mail que se difunden, comienza a propagarse la idea de que el Gobierno miente y de que hay que ir a pedir cuentas a las sedes del PP. Pero sobre el terreno, no sólo están los investigadores españoles.....

EL ENFADO ISRAELÍ

Agentes de muchos servicios secretos occidentales se mueven con rapidez e intercambian informaciones. Los estadounidenses están muy enfadados. A través del Departamento de Estado han solicitado, hasta en ocho ocasiones y de una manera formal, que se acepte a agentes del FBI en las tareas de investigación. Son rechazados sistemáticamente. Lo peor es que Washington ha advertido en los últimos meses a España de la necesidad de reforzar las medidas de seguridad ante la eventualidad de un gran atentado en Europa. En Gran Bretaña, en Alemania, en Francia, en Italia se toman medidas excepcionales. Se suprimen vuelos y se hace ostensible la presencia de militares en aeropuertos y estaciones. En España no sucede nada de eso.

En la embajada de Israel, hubo una actividad frenética durante el 11-M. Su enfado era más profundo que el de los americanos. Desde hacía exactamente un año habían informado a las autoridades competentes en materia de seguridad españolas de que integristas islamistas preparaban en Madrid un gran atentado. No son informes difusos sobre una amenaza inconcreta. Al menos en 10 ocasiones, agentes de la seguridad israelí se lo han hecho saber a sus homólogos españoles.

En los últimos encuentros aumenta la tensión. Jerusalén cree saber que los terroristas, que están sobre el terreno hace tiempo, tienen ya el material suficiente para una gran masacre. Está todo listo y sólo falta la orden de llevarla a cabo. Creen que será contra la comunidad judía en España.

Los agentes israelíes sienten un profundo malestar por la nula capacidad receptiva de sus interlocutores. La última advertencia seria se la hacen exactamente tres semanas antes de los atentados del 11-M. La actitud de indiferencia por la información aportada que detectan en sus interlocutores les hace sentirse tan incómodos que sugieren a sus superiores que lo más conveniente sería no insistir para no enturbiar las relaciones entre ambos grupos.

Los españoles sólo se tomarán en serio la advertencia a toro pasado, cuando descubren entre los papeles rescatados del piso de Leganés donde murieron siete terroristas planos y datos concretos para realizar un gran atentado durante una concentración en el cementerio judío de Hoyo de Manzanares.

A pesar de todas las consideraciones anteriores, los atentados de Madrid pillan a los israelíes por sorpresa. Los primeros detenidos no pertenecen a las células que ellos están siguiendo. Pero lo que más les llama la atención es el hecho de que los investigadores españoles no acepten su ayuda.

En Israel se encuentran los mejores especialistas en medicina forense relacionados con terroristas suicidas. Tienen una enorme experiencia en casos similares a los atentados del 11-M, no en vano han tenido que sufrir 1.000 muertos en atentados parecidos en los últimos cuatro años. Por eso son capaces de saber rápidamente si en los atentados han intervenido kamikazes. Tras las explosiones de Madrid pretenden volar desde Tel Aviv varios de estos especialistas para colaborar en la investigación.

FALSOS KAMIKAZES

Pero la policía española, que ya ha rechazado a los estadounidenses, rechaza también a los israelíes. Y eso, a pesar de algunos rumores del primer día en los que se difunde la noticia de que puede haber restos de kamikazes entre las víctimas. En realidad se trata de una simple confusión, para algunos intencionada.

En Ifema recogen y separan los restos de las víctimas. Las bolsas de plástico contienen signos de colores para organizar mejor la identificación. Hay tres bolsas aparte con restos que nadie es capaz de atribuir a una persona concreta. Hay incluso trozos de cuerpos de gente que está con vida en los hospitales. Esas tres bolsas dan lugar a los rumores difundidos por medios de comunicación y que luego quedarían desmentidos. El propio Zapatero hace llamadas en las que afirma que ya han encontrado restos de kamikazes y que el Gobierno lo oculta.

Días más tarde y ya con la investigación avanzada, los especialistas israelíes no comprenden como el CNI y el resto de los Cuerpos de Seguridad españoles no fueron capaces de detectar ningún signo de que algo iba a suceder relacionado con los círculos islamistas y sin embargo, en un tiempo récord, han sido capaces de desentrañar la trama y detener a los autores. Tampoco consideran verosímil el hecho de que instigadores, organizadores, proveedores de material y ejecutores sean un mismo grupo, mezclado entre sí, que dejan pistas comunes como los números apuntados en las agendas y las llamadas cruzadas de los móviles. Nunca ha sucedido algo así.

Los terroristas islamistas forman células herméticas, perfectamente impermeables. Los ejecutores no tienen nada que ver con los que organizan la logística, los que proveen el material, los que lo financian, los que determinan los objetivos o los que idean los atentados. En el caso de Madrid se rompe el modus operandi. Además, saben por propia experiencia que nunca utilizan delincuentes comunes, ni personas que ya estén marcadas o fichadas por la policía y menos a confidentes policiales. Tampoco se fían jamás de la ayuda que puedan proporcionar personas que no pertenecen a la comunidad islámica.

La investigación avanza tan rápida que inmediatamente aparece el proveedor de los explosivos. Dicen que han llegado a él a través de los envoltorios de los cartuchos de dinamita encontrados en la mochila desactivada. Pero eso, según los técnicos es materialmente imposible.

De hecho, en torno al ex minero, José Emilio Suárez Trashorras, de 27 años con baja laboral permanente, se hacen un sin número de afirmaciones que se difunden a bombo y platillo. Se dice que tiene ascendencia marroquí, antecedentes penales, y que se puso en contacto en la cárcel con presos marroquíes. También que es traficante de armas y que se vio en un bar de Avilés con los participantes en los atentados de Madrid. Una publicación se recrea con la escena en la que José Emilio lleva una noche hasta una pequeña explotación minera a los terroristas, les abre las puertas y les dice «llevaos lo que queráis». Ninguna de las afirmaciones mencionadas es cierta.

EX MINERO FANTASMA

José Emilio no es de ascendencia marroquí, ni tiene antecedentes penales, ni ha estado en la cárcel en contacto con presos marroquíes. Sus vecinos y ex compañeros de trabajo lo definen como un joven perturbado mentalmente, un simple «tonto de baba». Sólo tiene antecedentes por trapicheo de droga y la sospecha de que traficaba con dinamita, algo que nunca se le ha podido probar. En junio de 2001, y dentro de una operación antidroga denominada Pipol, fue detenido junto a su cuñado, un vendedor de coches usados. En un garaje de la calle Eloy Fernández de Avilés encontraron, dentro de un vehículo, una cantidad importante de hachís, 100 detonadores y 16 cartuchos de dinamita Goma 2 Eco, de 125 gramos cada uno. El juicio por estos hechos aún no ha salido. Nadie ha podido demostrar la implicación del ex minero. Lo más que ha reconocido éste tras su detención actual, es haber proporcionado a unos marroquíes detonadores, algunos de ellos con bastante antigüedad. Luego implica a su cuñado, Antonio Toro, que está harto de sacarle de apuros, pero éste queda en libertad después de un interrogatorio. El dueño del bar de Avilés donde dicen que se ha reunido con los terroristas afirma que jamás le ha visto en su vida.

Lo que realmente es cierto es que José Emilio padece un trastorno esquizoide depresivo, tiene problemas psiquiátricos y por eso la empresa en la que trabajaba, Caolines de Merilés SL, una mina de caolín en el concejo de Tineo, no le renovó el contrato, el 31 de octubre de 2002.

Los investigadores descartan algo que se dio por cierto. La furgoneta Renault Kangoo blanca no pudo transportar los explosivos desde Avilés hasta Madrid. Sólo había recorrido 200 kilómetros desde que la robaron hasta que la encontraron en la mañana de los atentados.

Entonces, ¿qué es lo que relaciona a José Emilio con la dinamita de los atentados? Solamente dos cartuchos de dinamita Goma 2 Eco, de 125 gramos, encontrados en la mochila que fue hallada en la comisaría de Vallecas con el teléfono móvil que dio las pistas de los autores de la masacre del 11-M. Sin embargo, en las fotografías oficiales del contenido de la bolsa azul, distribuidas a diversas policías extranjeras y difundidas por la cadena estadounidense de televisión ABC, no figura ningún tipo de cartucho.

Un veterano policía, conocedor del mundo del hampa, ha comentado a este periódico: «El mundo de los choros [los pequeños delincuentes] no se mueve como dicen que lo ha hecho José Emilio. No dudo de que pueda ser capaz de vender dinamita por una cantidad razonable de droga o de dinero. Se acababa de casar y podría necesitar más dinero. Pero lo primero que habría hecho tras venderles el material habría sido acudir al policía con el que tuviera más confianza para contárselo. El sabe que esa información es oro y que le van a deber así un gran favor. Ese tipo de personas no tiene cuajo suficiente para callarse sin saber qué van a hacer con ese material. Las cosas no funcionan así».

Una de las falsedades más flagrantes que se han difundido en torno a la investigación es la aparición de una prueba material para certificar la autoría de los atentados por parte de Zougam. Se publicó, con gran alarde tipográfico, que la policía había encontrado en el locutorio de la calle Tribulete de Madrid, donde trabajaba Zougam, un trocito de plástico que faltaba en la carcasa del teléfono hallado en la bolsa que encontraron en la comisaría de Vallecas con la bomba que no llegó a explotar. El juez reconoció que no había podido preguntar al detenido por el tema ya que ese detalle no figuraba en las diligencias policiales.

Es un milagro haber encontrado un trocito del plástico que presuntamente faltaba en la carcasa, algo tan increíble como el pasaporte de Mohamed Atta que se encontró intacto, cerca de las ruinas de las Torres Gemelas, tras el atentado de Nueva York el 11-S a pesar de que su propietario había teóricamente estallado en una bola de fuego al estrellarse el avión que conducía 80 pisos más arriba. Pero hay que añadir otro detalle significativo.

El teléfono encontrado en la bolsa era un Motorola modelo Triumph según la mayor parte de las informaciones difundidas. Se especificó que ese Motorola se había comprado en una tienda de Alcorcón. Algunos comentaristas llegaron a señalar que existía miedo entre muchos consumidores que también poseían un modelo de uso tan corriente como ése. Pues bien, pueden tranquilizarse ya que el modelo de teléfono que estaba en la bolsa, como puede apreciarse en las fotografías difundidas por la cadena televisiva ABC corresponde a un Mitsubishi modelo Trium (sin ph final).

ZOUGAM ESTABA MARCADO

En torno a la figura del hasta ahora autor material de la masacre, Jamal Zougam, se han difundido también muchas fantasías. Todos los que le conocen aseguran que era un musulmán nada fanático y que iba a la mezquita lo justo para mostrarse en sus rezos poco ortodoxos.

Nunca había ocultado sus actividades de trapisondista. Pertenecía al hampa de esos pequeños delincuentes que se mueven como pez en el agua por el barrio de Lavapiés. Sabía perfectamente que era observado regularmente por la Policía desde que su domicilio fue inspeccionado. Era consciente de que su locutorio estaba intervenido -como es el caso de muchos de los locutorios de Madrid-.Estaba marcado con varias cruces en todas las fichas policiales de numerosos países. Era la persona menos adecuada, por tanto, para que un grupo terrorista le invitara a participar en una operación secreta de tanta envergadura. La mayor parte de los moros que pululan en los ambientes de la pequeña delincuencia en Madrid son confidentes de la policía y/o del servicio secreto marroquí -con una enorme capacidad en España-.

No es nada difícil encontrar personas de su entorno que quieran hablar de él. Bastará con dos ejemplos. Una señora de la limpieza, marroquí, asegura conocerlo mucho: «A mí, como a mucha gente, me ofreció una tarjeta para el teléfono móvil con la que podía llamar gratis a Marruecos durante dos años seguidos sin pagar nada. Claro que, la tarjeta me costaba 30.000 pesetas. Era un chollo pero me dio miedo que pudiera meterme en un lío. No quiero ni pensar la de gente que habrá usado tarjetas de Zougam y que ahora estarán pendientes de si los meten en la investigación de los atentados».

El segundo testimonio es más sorprendente. Se trata de un joven senegalés fácilmente identificable porque tiene un defecto en un ojo. Vive en Lavapiés y asegura que ha trabajado para una multinacional estadounidense. Es informático y hace algunas chapuzas en la tienda de Zougam. Por eso está muy asustado ya que una de sus «habilidades» es la manipulación de tarjetas de móviles: «Yo me libré de milagro. Trabajaba en el locutorio de Zougam. El día en que fueron a detenerle yo estaba librando. Si no, estoy convencido de que me hubieran detenido con él». Compraban gran cantidad de tarjetas. En todos los locutorios de Madrid de ese tipo se trafica con tarjetas clonadas. Es algo sabido y «casi» permitido. «Lo más extraño», asegura el senegalés, es que la policía no se haya puesto en contacto conmigo. No comprendo como siendo Zougam una pieza tan aparentemente clave en la investigación ni siquiera han hablado con todos los que trabajábamos allí. ¿Acaso no les interesa los testimonios que podamos aportar?».

Zougam no se comporta, tras el 11-M, con lógica. Seis días antes del atentado deja su pista en una llamada telefónica a Abu Dahdah, el presunto jefe de la célula española de Al Qaeda implicado en el sumario del juez Garzón sobre el 11-S. Es como encender un letrero luminoso.

TERREMOTO EN EL CNI

Después de los atentados, sabe por las informaciones de la radio que han encontrado una mochila con una de las bombas del tren sin explotar y que hay un móvil con una tarjeta, la que presuntamente vendió él. No le entra el pánico. Sigue su vida normal y espera a que, inevitablemente, vengan a por él. No es lógico para alguien que teóricamente está metido en una célula integrista que pretende seguir atentando en Madrid y que por tanto, aunque sólo fuera por razones operativas, no puede permitirse el lujo de dejarse pillar.

En el CNI las cosas no están para bromas. Tras el 11-M se pasaron unas cuantas horas llorando y lamentándose por no haber sido capaces de impedir los atentados. Luego llegó el momento de las responsabilidades. Hay que tener en cuenta que Jorge Dezcallar, el máximo responsable del Centro, fue director general, en Exteriores, con competencias en la zona del Magreb. Fue también embajador en Marruecos.

Para colmo, la segunda en el mando dentro del CNI, la secretaria general, es una mujer, María Dolores Vilanova, que ocupó en el Centro, en la época de Manglano el cargo de responsable de contrainteligencia de los países del Magreb. Dicho de una manera más sencilla, es la persona que mejor conoce el mundo del hampa y de los posibles agentes marroquíes infiltrados en España. La autoría de los chorizos marroquíes equivale a que un niño de primaria hubiera metido un gol a Casillas desde 50 metros y en una portería de pocos centímetros.

En el CNI no se disimuló el alivio por la pérdida del poder del PP. Participaban del enfado de los militares con el ex ministro de Defensa Federico Trillo, a quien, en privado, y a veces en público, despreciaban.

El CNI reunió informes según los cuales amplios grupos de militares y sus familias, en zonas tradicionalmente de derechas, se habían pasado la consigna de abstenerse en las elecciones.

En los pasillos del Ministerio de Defensa no hubo ningún tipo de disimulo. Había gente que se abrazaba el lunes 16 en los pasillos al comentar la victoria de Zapatero en las urnas. En el Centro se tiene grabado a fuego como una de las grandes cacicadas de Trillo la bronca destemplada que tuvo que encajar un agregado de Defensa destacado en Afganistán ante las exigencias del ministro de que montara rápidamente, y sólo para él, una capilla para asistir a misa.

La gota que ha colmado el vaso ha sido la desclasificación que hizo el Gobierno de Aznar de documentos del CNI en los que se orientaba la autoría del atentado hacia ETA. Es verdad que en amplios ambientes del Centro las sospechas se dirigieron durante las primeras 40 horas hacia ETA. Se recogieron el 11-M informes que procedían de las cárceles en las que presas vascas habían celebrado con júbilo los atentados. Hubo incluso incidentes violentos por la indignación que eso produjo entre presas comunes. También se tenía constancia de que en reuniones del entorno abertzale la gente se había dividido claramente en dos sectores. Al primero, le parecía una barbaridad lo sucedido, y el segundo lo justificaba y anunciaba que ese era el camino y que había que golpear más fuerte hasta que «se enteraran».

Agentes del CNI se quejaron, en las primeras horas después de los atentados, del hermetismo de los investigadores de la policía. Les llegaban las informaciones tarde. Reconocen que miembros del PSOE tenían una información mucho más puntual que ellos. Lo que no aceptan es que no hubieran advertido al Gobierno del peligro islamista.

Las labores de vigilancia tienen que ser aleatorias. Es materialmente imposible controlar a los 300 principales sospechosos de estar relacionados con células integristas. Así que se elige a unos cuantos y se va rotando la vigilancia. Zougam y el resto de los detenidos estaban dentro de ese operativo. Los móviles son un buen punto de partida pero los cambian con enorme facilidad: «En ocasiones conseguimos una orden del juez para intervenir un teléfono y cuando nos ponemos a ello el vigilado ya ha cambiado de teléfono». Se ha seguido a los sospechosos en el extranjero. Son vigilancias caras en material y en hombres. De pronto, gente que vive muy sobriamente en España, se desplaza sin problemas de billetes de avión y comienzan a manejar dinero en abundancia. La mayor parte proviene de donativos que se canalizan a través de organizaciones de caridad promovidas por Arabia Saudí. ¿Cuanto tiempo puede durar una vigilancia de este tipo si el observado no comete ningún acto delictivo durante años? «Al final lo que la gente ve es la delincuencia en la calle. eso es lo que preocupa y por eso es lógico que los políticos dediquen más medios a combatir ese tipo de cosas que tienen un resultado práctico mucho mayor para los votantes».

LA PISTA FALSA IRAQUÍ

No es cierto que se despreciaran pistas como la iraquí. Por ejemplo, se ha hablado mucho de un coronel iraquí que viajó hasta España antes de los atentados. Lo que no se ha comentado es que el CNI tomó buena nota de la información que le pasó el servicio secreto italiano sobre el tema. De hecho existe un documento de dos folios en el que se detalla el asunto. Tiene fecha del 11 de febrero, justo un mes antes de los atentados. En el texto se avisa sobre un rumor de que el ex coronel de Sadam Husein, Walid Salem Omar tenía prevista su llegada a España el 6 de febrero de 2004 dispuesto a cometer atentados. Su empresa, Ibn Fernas, está englobada en el grupo Hispano Arabe SA que tiene su sede social en el Paseo de la Habana de Madrid. El documento especifica que Walid se había detenido en Siria donde había sacado una gran cantidad de dinero en metálico de un banco de Damasco. Siempre según el escrito, viajaría con ese dinero y habría hecho una escala técnica en Marruecos, concretamente en Agadir. El CNI siguió por supuesto esta pista, como otras muchas que llegan procedentes de servicios de información extranjeros, sin que se obtuviera ningún resultado positivo.

El comportamiento atípico y fuera de toda lógica de los marroquíes acusados de los atentados lleva a situaciones incomprensibles. Por ejemplo El Tunecino, Sharhane ben Abdelmajid Fakhet, vive tranquilamente en un piso alquilado sin dar ruido. Pero unos días antes del 11-M, abandona la casa y llama la atención hasta el punto de que Rafael, el casero, se presenta a la policía para denunciar que se ha marchado sin pagar. Otro letrero luminoso en el camino.

El colmo de los despropósitos se refleja en que los investigadores no tienen el menor interés en revisar el piso a pesar de que, según el dueño, está lleno de papeles, cintas de audio, etcétera. A la policía no parecen interesarle las pertenencias de quien se presenta ante la opinión pública como el cerebro inductor.

BARBACOA TERRORISTA

Lo mismo sucede con los habitantes de la casa de Morata de Tajuña, en el kilómetro 14 de la carretera 313, cerca de Madrid. Los investigadores dicen que han llegado hasta allí a través de una laboriosa búsqueda triangulando las llamadas de los teléfonos móviles. Pero la policía conocía la existencia de esa casa y la había vigilado en varias ocasiones.

Las huellas de los sospechosos están naturalmente dentro, ya que eran ellos quienes la habitaban ocasionalmente de una forma abierta y con una buena relación con los vecinos. Son éstos los que ven a muchos de los que luego morirían en Leganés haciendo -¡dos semanas después de los atentados del 11-M!- una barbacoa con niños y parientes incluidos. A uno de los implicados, Jamal Ahmidan al que apodaban El Chino los vecinos lo conocen bien porque les ha prestado en ocasiones su moto. No era un islamista radical sino un delincuente de poca monta como el resto de la cuadrilla. Era un viejo conocido de la policía marroquí. Lo habían condenado a cuatro años de cárcel en Marruecos por un asesinato relacionado con el tráfico de drogas y había cumplido dos años y medio de condena. Su ficha aparece en todos los servicios policiales europeos por sus raterías. La policía marroquí pasó a la española todo lo que tenían sobre él hacía tiempo. Si hubiera estado involucrado siquiera mínimamente con los radicales extremistas hubiera sido uno de los 1.600 procesados en el macrojuicio de Marruecos de 2003 por los atentados de Casablanca y por el que se detuvieron, con los ortodoxos métodos de nuestros vecinos, a 6.000 personas.

Se le ha presentado como un integrista radical, pero los vecinos de Morata de Tajuña explican que se le veía en compañía de dos jóvenes muy guapas, con un piercing, pantalones de cuero ajustados y camisetas que dejaban la tripa al aire.

Existe constancia de que la casa estaba vigilada mucho antes de que la policía la «descubriera». No hay más que comprobar la denuncia que presentaron varios vecinos, primero ante el 091 y más tarde ante el 062 de la Guardia Civil, días antes del 11-M, el 7 domingo a las 10.50 de la mañana -según consta en una cinta grabada- por considerar que los habitantes de aquella casa les infundían sospechas en relación con trapicheo de drogas y mercancía robada.

La Guardia Civil alegó después del 11-M, que no querían seguir esa vía de investigación para no interferir con la labor de la policía, que era quien llevaba todo el caso de los atentados. La realidad es que la proverbial rivalidad entre distintos cuerpos policiales ha llegado a uno de sus puntos culminantes a raíz de los atentados del 11-M. La Policía no ha permitido el menor resquicio a los investigadores de la Guardia Civil.

NO TENEMOS NADA

El día anterior al descubrimiento teórico del piso de Leganés, una funcionaria involucrada directamente en la investigación reconoció a un compañero de Información: «La verdad es que tenemos muy poco. De lo del ex minero no sale gran cosa. No sabemos la procedencia de la dinamita. Todo está cogido con alfileres. No hay pruebas materiales, sólo nombres en agendas y llamadas telefónicas entre unos y otros. Lo más sólido son los testimonios espontáneos de varios testigos que aseguran haber visto a varios de los acusados en los trenes, aquella mañana». El problema es que después de que sus fotos se publicaran en todos los periódicos la gente ha podido reconocer esos rostros inducidos por lo publicado y no porque los recordaran realmente. Después de una situación anímica como la que tuvieron que soportar en los atentados, los supervivientes no son muy fiables, según los psicólogos. Y menos cuando hay que distinguir entre ciudadanos marroquíes que para muchos son fácilmente confundibles. Hasta la fecha, ninguno de los detenidos ha reconocido la participación en los atentados.

El sábado 3 de abril, las esperanzas de los investigadores estaban centradas en nuevos rostros. Se habían repartido retratos a los medios de comunicación de los cerebros, inductores o dinamizadores de los atentados. Y aquí llegamos al capítulo de Leganés, el más incoherente de toda la historia. En la tarde de ese día, según comentaron más tarde fuentes policiales, se localiza a través de las llamadas de teléfonos móviles un piso en Leganés en el que puede haber terroristas implicados en el 11-M. No es cierto. Habían sido ya localizados días antes a través de fotografías que enseñan a los comerciantes de la zona. Es así como saben que el llamado El Tunecino y El Chino pueden estar residiendo en el número 40 de la Avenida Carmen Martín Gaite. Sin explicación posible y después de este hallazgo, la policía da a los medios las imágenes de los hombres que pertenecen a ese grupo para que se publiquen. La gente se familiariza con sus rostros. Los terroristas no deben de comprar periódicos ni ver informativos de televisión, ya que no se dan por enterados.

Según los investigadores siguen con su macabra actividad hasta el punto de que se acercan a la vía del AVE en la provincia de Toledo y colocan una mochila con explosivos «pero sin iniciador» con una mecha de más de 130 metros. Aterrorizan así de nuevo al país. La bomba, según las autoridades, está colocada entre las 10 y las 12 del mediodía. El hecho cierto es que azafatas del AVE que hicieron el turno del tren Madrid-Sevilla a las 7.00 horas ven una inusitada actividad de la Guardia Civil en las vías a lo largo del trayecto. Miembros de la Benemérita entran en los vagones de ese tren después de su llegada a Sevilla, a las 9.50 hora para revisar todos los rincones, incluidos los contenedores de desperdicios.

LA FARSA DE LEGANÉS

Tan sólo 24 horas más tarde, la investigación tomará un giro sorprendente. A primera hora de ese sábado, algunos concretan la hora en las 7.00 hora de la mañana, el grupo de los geos recibe la orden por la que deben estar preparados para una operación importante. Así se lo comunica el Gobierno en funciones, esa misma mañana, a altos cargos del Partido Socialista.

La versión posterior contará que varios de los terroristas consiguen romper el cerco policial en torno a la casa de Leganés y llegan por la tarde hasta el piso del número 40. Lo lógico, cuando los terroristas aún no se habían dado cuenta de que se estrechaba el cerco, era haberlos capturado, uno a uno y con total discreción cuando salieran o entraran en la vivienda. Por el contrario, se extiende la versión de que uno de los acusados baja la basura, se percata de la presencia policial y avisa -primero se dice que por el móvil, después que a gritos- de lo que estaba en marcha.

Al menos una decena de agentes de paisano -según el testimonio directo de los vecinos- ocupan posiciones en la parte interior ajardinada de la casa, donde está la piscina, de una forma nada discreta. «Mamá, ¿los que llevan pistolas son malos?», comenta a sus padres un niño de la urbanización. Y comienza un tiroteo sin que intervenga todavía la dotación de geos.

La llegada de éstos cambia las cosas. Son profesionales altamente cualificados y con una gran experiencia en el asalto de lugares donde hay gente armada y peligrosa. Pero incomprensiblemente -como ha denunciado públicamente uno de los propios geos que intervienen- no se cumplen ninguna de las reglas del protocolo de actuación. No se espera a que llegue el negociador, un psicólogo cualificado para dialogar con delincuentes peligrosos. No hay intérprete. No se aguarda a la hora de la madrugada en el que el cerebro de los terroristas está más debilitado. No se intenta pactar la entrega. Ni siquiera se sabe el número de los ocupantes. Simplemente, y desoyendo la opinión de los propios responsables de los geos, se ordena el asalto, a pesar de que es vital cogerlos vivos para conocer la verdad de lo ocurrido el 11-M.

Todo vuela por los aires al comenzar el asalto. Muere un geo y los cuerpos de los terroristas quedan esparcidos en un área de más de 60 metros. El ministro Acebes dice en su primera comparecencia, tras lo sucedido, que son cuatro los terroristas que se han inmolado. También explica que guardaban en un armario dos mochilas con explosivos preparadas para hacer explosión, similares a la encontrada en la vía de tren. Más tarde se hablará de grandes fajos de dinero en euros, perfectamente organizados. Las imágenes del día siguiente demostrarán que del piso sólo quedan los pilares limpios. Aumenta a siete la cuenta de los islamistas muertos. Se trata del núcleo del comando, de los movilizadores y de al menos una buena parte de los autores materiales del 11-M.

El relato posterior de los hechos se adorna con historias sobre cuerpos desnudos purificados por cortinas blancas en forma de sudario, cánticos en círculo y conversaciones telefónicas. La madre de El Chino lo corrobora desde su domicilio en Tetuán.«Mi hijo se despidió de mí diciendo que iba al lugar que le estaba reservado. Luego escuché una gran explosión y poco después se corto la línea». No se puede saber lo que escuchó esa madre atribulada, pero desde luego no pudo ser la explosión. La dinamita tiene una fuerza explosiva de salida de más de 8.000 metros por segundo.Si el teléfono de su hijo estaba a menos de dos metros de la carga explosiva se volatilizó mucho antes de que pudiera transmitir el sonido de la bomba que ha enterrado definitivamente la esperanza de conocer toda la verdad del 11-M.

domingo, 16 de octubre de 2011

HISTORIA NACIONAL DE LA INFAMIA (III): LOS ATENTADOS DEL 11-M (3)

¿Fue el atentado del 11 de marzo de 2004 en Madrid un operativo militar, ejecutado por el integrismo neoliberal, con el objetivo de alentar la islamofobia entre la opinión pública occidental y conseguir así el consentimiento de la misma para continuar las criminales guerras de saqueo y de rapiña, en Oriente Medio, pues el 11-S ya quedaba muy lejos?







Todo indica que la versión oficial de los atentados cometidos en Madrid el 11 de marzo de 2004, versión según la cual se trató de una acción islamista no vinculada a Al Qaeda, es, en realidad, un engaño. Se plantea entonces la cuestión de los verdaderos culpables.

Una investigación seria debería actuar de forma sistemática: establecer una lista exhaustiva de las pistas y seguir después cada una de ellas buscando indicios y móviles. El objetivo de este artículo es analizar una de esas hipótesis: la de una operación montada bajo bandera falsa por servicios secretos atlantistas. Pero antes, presentemos brevemente todas las pistas que habría que explorar si se reabriese la investigación.

El gran público conoce generalmente dos hipótesis sobre los autores de los atentados de Madrid: Al Qaeda, incriminada por el discurso dominante, y la ETA, culpable designado por José María Aznar, al parecer para justificar su propia política sobre la cuestión vasca. Los periodistas españoles exploraron por lo menos otras 4 pistas sobre servicios secretos que pudieran haber montado la operación bajo bandera falsa.

He aquí las 6 hipótesis sobre los posibles autores de los atentados de Madrid:

1. Los islamistas: Es la tesis que defienden los medios dominantes, con excepción de algunos en la propia España, como el periódico El Mundo. El principal libro disponible en francés sobre el tema ("La Manipulation: Madrid, 11 mars") defiende ese punto de vista. Es importante saber que el autor de ese libro, Jean Chalvidant, es miembro del comité editorial de la revista neoconservadora "Le Meilleur des mondes", creada en coordinación con la Foundation for the Defense of Democracies expresamente para servir de vocero a los neoconservadores en Francia y contrarrestar la influencia de la Red Voltaire y sus colaboradores.

A pesar de todas las incoherencias que se manifestaron en el juicio de la Casa de Campo, la justicia ratificó la tesis del atentado islamista. Hay que subrayar que entre las conclusiones de la justicia y la idea generalmente admitida por la opinión pública existe una contradicción en cuanto a dos puntos importantes. En primer lugar, el comando no estaba vinculado a Al Qaeda. En segundo lugar, los atentados de Madrid no se cometieron como represalia por la participación de España en la invasión de Irak ya que los preparativos [de los atentados] tuvieron lugar con anterioridad.

2. La ETA: Al cabo de 30 años de terrorismo y de varios cientos de víctimas, la organización independentista vasca se consideraba ya moribunda como consecuencia de años de redadas policiales. Apareció, sin embargo, como el culpable habitual y fue condenada en los titulares de los diarios y de los noticieros de televisión antes de que los elementos que apuntaban hacia un atentado islamista cobraran la importancia que hizo que se desechara esta pista. El ascenso al poder del P.S.O.E., partido favorable a la descentralización administrativa y que venía pulsando vías de contacto con E.T.A., pudiera ser el objetivo del atentado.

3. Los servicios secretos marroquíes: La mayoría de los inculpados son de nacionalidad marroquí. Las relaciones entre España y Marruecos han registrado episodios de alta tensión. El más reciente, en 2002, fue la disputa por la posesión de la isla Perejil en la que se implicaron tropas de ambos países. La caída de Aznar y el ascenso de Zapatero, considerado más conciliador y aparente -y oportunamente- enemistado con Estados Unidos, pudieran haber favorecido a Marruecos.

4. Un sector de los servicios secretos españoles favorable a los socialistas: La primera consecuencia espectacular de los atentados de Madrid fue el ascenso de Zapatero al poder, cuando los sondeos lo daban ampliamente como perdedor de las elecciones. Las sospechosas circunstancias en torno a la manera como se desarrollaron las investigaciones hacen pensar a algunos periodistas que el nuevo presidente del gobierno fue algo más que el beneficiario inmediato del vuelco que la intención de voto experimentó en los dos dias siguientes al atentado (aunque no llegó a esa función hasta 5 semanas después de los atentados). Rodríguez Zapatero llegó a implicarse personalmente en la difusión de la hipótesis islámista llamando telefónicamente a diversos medios para "revelar" la existencia de restos de suicidas en los trenes, extremo cuya falsedad quedó pronto en evidencia.

Es a favor de esta tesis altamente subversiva que se inclina, aunque no abiertamente, Luís del Pino, una de las referencias de la investigación periodística sobre los atentados de Madrid, junto con el periodista del diario El Mundo Fernando Mugica.

5. Servicios secretos contrarios a la «coalición de los voluntarios» que intervino en Irak: La segunda consecuencia espectacular de los atentados fue la retirada de las tropas españolas que se encontraban en Irak, conforme a una promesa que Zapatero había hecho en el marco de una elección que realmente no esperaba ganar.

Esa retirada aparece como una derrota para la «coalición de los voluntarios», aunque posteriormente se verá que es más simbólica que otra cosa. Algunos investigadores sospechan por lo tanto de las potencias contrarias a esa coalición regida por la hegemonía estadounidense: la «vieja Europa» franco-alemana, Rusia o China.

6. Servicios secretos partidarios de la «guerra contra el terrorismo»: Estos pudieron haber obtenido apoyo de un sector del aparato del Estado español, por lo menos en el momento de orientar la investigación en otra dirección. Es sobre esta tesis, defendida también por el periodista Bruno Cardeñosa, que vamos a enfocar la continuación de este artículo, comenzando por la presentación de los indicios que vinculan los atentados de Madrid a Estados Unidos, país cuyo gobierno era el principal promotor de la doctrina de «guerra contra el terrorismo».



Los hechos: implicación de un servicio secreto militar

La mochila de Vallecas y las huellas digitales halladas en la camioneta Kangoo: pruebas acusatorias cuya falsificación por elementos del aparato del Estado sugiere la existencia de vínculos del otro lado del Atlántico


Un primer vínculo entre los atentados de Madrid y los de Estados Unidos aparece a fines de marzo de 2004 con una misteriosa foto de la mochila de Vallecas.
Se trata de la única imagen hasta ahora conocida del elemento central de la investigación, el mismo que ha sido objeto de tanta controversia. En la noche del 11 al 12 marzo de 2004 un agente de la policía científica se presentó en el lugar donde los especialistas en desmantelamiento de explosivos estaban desactivando la bomba de Vallecas.

El objetivo del agente era realizar un reportaje fotográfico a medida que se iba desmantelando el artefacto. Como la bomba no estaba desactivaba aún, el agente se mantuvo alejado, confió su cámara a uno de los especialistas antibombas y vio varios flashes. Al terminar la desactivación del artefacto, el agente quiso acercarse pero, para sorpresa suya, los especialistas antibombas le cerraron el paso. Posteriormente un alto funcionario de la policía le pidió que les entregara la película, de la que nunca más tuvo noticias.

Por lo tanto, en marzo de 2004 no se había publicado ninguna foto de la bomba de Vallecas. La nebulosa sobre aquel artefacto se hizo más densa a causa de las contradictorias explicaciones que difundieron los medios de prensa sobre las causas que habían impedido el estallido de aquella bomba. Se dijo que los terroristas habían olvidado activar la tarjeta SIM, después se afirmó que por error habían programado la explosión para las 7h30 de la noche en vez de las 7h30 de la mañana y también que la cantidad de electricidad proveniente del teléfono había sido insuficiente para desencadenar la explosión. Todas esas versiones fueron desmentidas posteriormente.

La explicación más absurda fue la que se dio para el arresto de Jamal Zougam, el único de los sospechosos que supuestamente pusieron las bombas que pudo ser encarcelado. Según esa explicación, el chasis del teléfono [encontrado en la mochila de Vallecas] estaba partido y el pedacito de plástico que le faltaba fue encontrado en la casa de Zougam.

En cuanto a la composición de la bomba, la mayoría de los medios hablaba entonces de un teléfono Motorola modelo Triumph, en vez del modelo Trium de Mitsubishi que finalmente se menciona en la versión oficial.

El 30 de marzo la cadena estadounidense de televisión ABC News difundió la única foto de la bomba que se conoce hasta ahora, foto que retomaron todos los medios españoles sin hacer la menor pregunta. Aquella foto venía a llenar el vacío causado por la desaparición de la película fotográfica de la policía científica [española] y aportaba una nueva imagen de credibilidad a aquella prueba que parecía cada vez más turbia.

Pero la foto da lugar a nuevas interrogantes que todavía siguen sin respuesta. ¿Quién tomó esa foto? ¿En qué circunstancias? ¿Por qué apareció en Estados Unidos, lejos de los medios españoles que tan estrechamente venían siguiendo el caso? Intrigado, Luís del Pino interrogó a los corresponsales de la ABC en España, a quienes se atribuía la foto.

Pero éstos negaron haber sido los autores de aquella foto y precisaron que no sabían cómo la había conseguido la dirección estadounidense de la cadena.

El 6 de mayo de 2004 las miradas se vuelven nuevamente hacia Estados Unidos cuando la revista Newsweek revela que un abogado estadounidense, Brandon Mayfield, ha sido arrestado días antes en el Estado de Oregon. Sus huellas digitales habían aparecido en la envoltura de los detonadores encontrados en la camioneta Kangoo que supuestamente habían utilizado los terroristas. Durante todo el mes de mayo, y ante las dudas expresadas por el New York Times, la revista Newsweek mencionará diversas fuentes policiales que garantizan la validez de la prueba.

El 17 de mayo, «Un alto responsable del contraterrorismo estadounidense ha dicho a Newsweek que la identificación de las huellas digitales es irrefutable». El FBI había identificado la huella poco después del atentado, poniendo entonces a Mayfield bajo vigilancia. Fue el temor de una filtración hacia la prensa lo que llevó a la realización de un discreto arresto. Sin embargo, una sorpresa se produce el 20 de mayo cuando la policía española anuncia que ha identificado la huella como perteneciente a Ouhnane Daoud, un argelino residente en España.
Las autoridades estadounidenses toman nota y Mayfield es liberado ese mismo día con, cosa nada frecuente, excusas públicas del FBI y, posteriormente, una indemnización. El tal Daoud nunca ha sido encontrado, lo cual impide evaluar la validez de su identificación.

Resulta imposible dejar de observar lo oportuna que resultó la identificación de Daoud, un personaje que, después de haber sido pasado por alto durante los 2 meses posteriores a los atentados, es identificado precisamente en las semanas subsiguientes al arresto de Mayfield.

También resulta sospechoso el perfil de Mayfield. Abogado discreto y no muy activo, convertido al Islam, Mayfield había defendido en un caso de derecho familiar a un estadounidense que posteriormente resultó acusado de terrorismo. Pero lo más llamativo es su vínculo con el ejército estadounidense: Mayfield es oficial de la reserva después de haber pasado 8 años en filas, uno de ellos en una unidad de inteligencia.

Los dos indicios mencionados tienen que ver con las dos pruebas principales del caso: la mochila de Vallecas y la camioneta Kangoo. Antes de proseguir nuestra investigación, abramos un paréntesis para aportar algunos elementos de reflexión sobre algo que pudiera parecer una contradicción. Ya vimos lo insuficiente que resultan las supuestas pruebas de la investigación: la mochila de Vallecas, la camioneta Kangoo y también los testimonios, los datos telefónicos, etc.
El observador no puede menos que sorprenderse ante el hecho que los protagonistas –sean quiénes sean– puedan haber actuado con tanto amateurismo en cuanto a la fabricación de pistas falsas. Varios investigadores, entre ellos Luís del Pino , han propuesto como respuesta a esa paradoja la siguiente explicación: la mochila de Vallecas y las demás pruebas fueron fabricadas de forma precipitada porque «alguien» había previsto que la investigación se basaría en las dos bombas sin estallar encontradas en los trenes aquella mañana.

«Alguien» montó deliberadamente aquellas dos bombas de manera defectuosa y «alguien» incluyó en ellas indicios cuidadosamente escogidos que debían permitir que la policía construyera una investigación aparentemente sólida. Pero los dos artefactos estallaron inesperadamente mientras los expertos realizaban la desactivación, destruyendo así los indicios que «alguien» había incluido en ellos.
Para resolver este imprevisto, «alguien» se vio entonces obligado a improvisar las pruebas que ya conocemos, lo cual explicaría sus imperfecciones. La mochila de Vallecas aparece entonces en una comisaría y en un lote de efectos personales ya verificados anteriormente y que también debería haberse encontrado en la morgue, con los demás lotes de efectos personales. Al mismo tiempo, varios elementos que acusan a los islamistas aparecen en la camioneta Kangoo después de haber sido llevada ésta hasta la comisaría y después de varios registros anteriores durante los cuales no se había encontrado nada.

Las declaraciones que hicieron durante el juicio los expertos que neutralizaron una de ellas confirman esta hipótesis de las 2 «bombas falsas». Los expertos en desactivación de explosivos no encontraron el artefacto en el tren sino en el andén. Y, aunque un policía municipal declaró como testigo que había encontrado aquella mochila en un vagón y la había llevado hasta aquel lugar, es altamente improbable que alguien la dejase sin vigilancia y que los expertos la hayan «redescubierto» allí.

Lo más importante es que el aspecto mismo de la mochila que contenía la bomba les hizo dudar que pudiese venir del tren, ya que todos los objetos sacados de los vagones mostraban huellas de golpes, de humo, etc.

Estos elementos sugieren que aquella mochila había sido puesta en el andén después de las explosiones, no que se encontraba en el tren como las otras bombas. Esta hipótesis parece ser una explicación plausible a la aparente contradicción entre lo poco convincentes que resultan los elementos de la investigación y la posible implicación de un servicio secreto.


Activación y naturaleza de los explosivos: ¿amateurismo o material militar?


Prosigamos nuestro análisis agregando dos elementos que confirman que los atentados de Madrid no fueron obra de una banda de delincuentes sino de organización de tipo militar. En primer lugar, todo indica que las 10 bombas fueron activadas por control remoto a través de sistemas de radiocomunicación, en vez de ser programadas de antemano mediante la función despertador de los teléfonos móviles, como se afirma en la versión oficial.

En efecto, 3 trenes estallaron mientras se encontraban parados en las estaciones de Atocha, El Pozo y Santa Eugenia; el cuarto tren estalló fuera de Atocha, mientras esperaba la salida del primer tren. A menos que veamos en ello una extraordinaria coincidencia, lo anterior permite deducir que los terroristas querían que las bombas estallaran dentro de las estaciones. Pero es extremadamente difícil obtener ese resultado mediante la simple programación previa de la hora de la explosión.

En primera, porque los teléfonos celulares supuestamente utilizados no permiten un manejo preciso del reloj y de la función de despertador: se pueden programar los minutos pero no los segundos. Y también porque los trenes de los suburbios no son rigurosamente puntuales. En este caso, varios de aquellos trenes circulaban con retraso aquel día.

El del Pozo, por ejemplo, tenía «un par de minutos de retraso» según la declaración de su conductor.

Por lo tanto, las explosiones no estaban programadas de antemano sino que fueron desencadenadas «en directo». Los medios de radiocomunicación que ello exige sugieren que se trató de una operación sofisticada, fuera del alcance de una banda de delincuentes de poca monta como la que se describe en la versión oficial.

Dicho esto, ¿por qué se quería que los trenes explotaran dentro de las estaciones? Posiblemente para que quedaran más fácil y discretamente accesibles, lo cual corroboraría la hipótesis de las dos «bombas falsas» introducidas después de las explosiones.

En segundo lugar, todo indica que las bombas se componían de explosivos de uso militar, explosivos «que cortan», no de dinamita como la que se usa en el trabajo de minería, «que muerde», como ya se demostró. En la explicación que proporcionó al juez de instrucción, el jefe de los expertos en desactivación de bombas de Madrid menciona incluso el explosivo de uso militar C4.

Recordemos de paso que la policía había interceptado precisamente ese tipo de explosivo en manos de los agentes estadounidenses que trataban de introducirlo discretamente en la cumbre del G8 de junio de 2007.

El origen de la operación es por lo tanto de carácter militar, como confirma Salvador Ortega, pionero de la policía científica en España, entrevistado por Bruno Cardeñosa varios días después de los atentados.

Al ser interrogado sobre los aspectos no aclarados por la investigación en desarrollo, este especialista respondió que faltaban «algunos autores materiales y la cabeza pensante. Porque detrás de esos hechos está la participación de elementos muy sofisticados que sin dudas se encontraban bajo la dirección de alguien de los servicios de inteligencia y militar.

Porque fue además una operación muy costosa».


CMX 2004: ¿simulacro o encubrimiento de la OTAN?

Después de haber demostrado que elementos no identificados del aparato del Estado falsificaron pruebas para orientar la investigación sobre una pista falsa y encubrir una operación de tipo militar, resulta lógico analizar la posibilidad de que los atentados de Madrid hayan sido cometidos por un servicio secreto militar.

Según el ex oficial de inteligencia del ejército estadounidense Eric H. May, «la manera más simple de hacer un atentado bajo bandera falsa consiste en organizar un ejercicio militar que simule exactamente el atentado que se quiere cometer».

Al igual que los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, del 7 de julio de 2005 en Londres y del 22 de julio de 2011, los atentados de Madrid coincidieron con un simulacro de ataque terrorista. Desde el día 4 de marzo hasta el día 10 del mismo mes de 2004, la OTAN estuvo realizando su ejercicio anual de gestión de crisis, llamado CMX 2004, y el 11 de marzo las bombas de verdad estallaban en Madrid.

El escenario trazado aquel año por la alianza atlántica era precisamente un gran ataque terrorista de Al Qaeda en países occidentales. En España, participaron en el ejercicio la presidencia del gobierno, el ministerio de Defensa y el CNI (servicios secretos). Pero no se sabe si el ejercicio incluyó la realización de maniobras en la capital española ya que los datos sobre dichas maniobras son confidenciales.

En una de las pocas menciones de aquel simulacro aparecidas en la prensa, el diario español El Mundo escribía lo siguiente: «La similitud del ejemplo diseñado por la OTAN con lo sucedido en Madrid es escalofriante y ha impresionado a los diplomáticos, militares y servicios de Inteligencia que participaron en el simulacro apenas horas antes». Como los detalles del CMX son información clasificada, se ignora hasta donde llega esa similitud.


Partida precipitada de un equipo de la CIA

Otra coincidencia perturbadora es la escala realizada en España por uno de los aviones clandestinos de la CIA. Los vuelos secretos de la CIA se hicieron célebres durante el escándalo de los secuestros y de las prisiones secretas en Europa utilizados en el marco del programa estadounidenses de «restituciones extraordinarias».

El Boeing 737 matriculado como N313P aterriza el 9 de marzo de 2004 en el aeropuerto de Palma, en la isla española de Mallorca, y parte el 12 de marzo, el día siguiente de los atentados de Madrid. Este fue el más grande de todos los aviones utilizado en los vuelos secretos y se trata del principal avión citado en el informe del Consejo de Europa de 2006. Palma se describe en ese informe como una «plataforma de la CIA en el programa de restituciones»

Periodistas del periódico local El Diario de Mallorca, premiados por su investigación sobre los vuelos secretos de la CIA, fueron invitados a los estudios de la Cadena SER, la estación de radio de mayor audiencia en España. A modo de conclusión de la entrevista, estos periodistas declararon «El 11 de marzo de 2004 el Boeing 737 de la CIA estaba en Palma. Al día siguiente partió precipitadamente porque modificó su hora de despegue. Había anunciado que salía para Suecia pero salió para Bagdad».

¿Qué provocó aquel despegue precipitado sólo horas después del descubrimiento de la famosa mochila de Vallecas? Además de aquella precipitación, lo que llama la atención es la presencia misma del avión en territorio español en el preciso momento de los atentados de Madrid.

Según la comisión del Parlamento Europeo sobre los vuelos de la CIA, 125 vuelos secretos de la agencia de espionaje estadounidense aterrizaron en diferentes aeropuertos españoles entre el año 2001 y 2005(o sea, en unos 1500 días). Las escalas son generalmente de 1 o 2 días, la simultaneidad entre ambos hechos implica una coincidencia que merece atención.


La OTAN, sospechoso con graves antecedentes


En un país que desde el restablecimiento de la democracia ha sufrido varios intentos de golpes de Estado militares, no es posible que las fuerzas que añoran el franquismo hayan podido realizar una operación como los atentados de Madrid sin ser desenmascaradas de inmediato.

Pero sí es posible que un servicio secreto militar extranjero haya podido planear esa operación y, de ser necesario, haya logrado reclutar personal dentro de esa tendencia española, que se mantiene sensible al mito de la Reconquista.

En este punto, se hace indispensable retomar las referencias históricas. Al igual que en el resto de Europa occidental, una estructura secreta dirigida por la OTAN se implanta en la España de la posguerra a pesar de que, precisamente debido a su régimen político, ese país no se incorporó a la alianza atlántica hasta 1982.
En su libro de referencia «Les Armées secrètes de l’OTAN»(Los ejércitos secretos de la OTAN), el historiador suizo Daniele Ganser describe esas redes, calificadas como stay-behind (o sea, redes que podían ser activadas tras las líneas enemigas en caso de ocupación enemiga) y conocidas con el nombre genérico de la unidad italiana Gladio (nombre de la espada corta de los antiguos romanos).

Ganser dejó establecido esencialmente cómo esas redes cometieron atentados terroristas bajo bandera falsa en el marco de la «estrategia de la tensión».
El objetivo era justificar un fortalecimiento del aparato de seguridad y suscitar el miedo a los «rojos» para impedir así que los comunistas lograran alcanzar el poder por la vía democrática.

España desempeñaba «un papel crucial en el reclutamiento de los agentes del Gladio» y les servía además de refugio. Dio abrigo, por ejemplo, a Stefano Delle Chiaie, «el más conocido de los terroristas miembros de los ejércitos secretos que combatieron el comunismo en Europa y en el mundo durante la guerra fría», un individuo que tiene en su haber «al menos un millar de operaciones sangrientas, entre ellas alrededor 50 asesinatos».

La red actuaba «contra los militantes comunistas y anarquistas, sobre todo en el medio minero de Asturias y los nacionalistas catalanes y vascos» (aparece aquí el medio de las minas asturianas al que pertenece Emilio Trashorras, principal testigo de cargo contra El Chino y su banda así como colaborador de la policía).

El hombre de confianza de Franco, el almirante Carrero Blanco, gran arquitecto de los servicios secretos españoles, era «su oficial de enlace con la CIA», y su aparato de inteligencia «uno de los mejores aliados de la CIA en Europa».

Aunque fueron concebidos para organizar la resistencia contra una invasión soviética, nada permite pensar que las redes stay-behind hayan sido desmanteladas después del derrumbe del bloque del Este.

El comando estadounidense en Europa (EuCom) y la OTAN mantienen además en España la base naval y de inteligencia de Rota y la base aérea de Morón. Y, finalmente, el comando sur de la OTAN estaba instalando en Madrid el cuartel general de sus tropas terrestres precisamente en el momento de los atentados.

Hay que señalar que los servicios secretos de la US Navy y de la US Air Force, respectivamente el NCIS y el OSI, gozaron durante el periodo que nos interesa de una sorprendente libertad de acción en territorio español.

En abril de 2002, José María Aznar y George W. Bush modificaron la convención bilateral de defensa entre España y Estados Unidos.

Esa modificación legalizó por vez primera la presencia en España de los servicios secretos estadounidenses anteriormente mencionados, dotándolos además de prerrogativas policíacas.

La redacción deliberadamente confusa de ese texto les otorgó un amplio margen de maniobra: «las autoridades competentes de los dos países tendrán que establecer las normas que regulen las acciones del NCIS y del OSI en España».

En febrero del año 2006 «el caso Pimienta» evidenció la ausencia de normas reguladoras. El NCIS había secuestrado en territorio español a Federico Pimienta, desertor de los Marines estadounidenses, acción que realizó sin el menor control por parte de las autoridades policiales o judiciales españolas. Sólo como consecuencia de la polémica que engendró esa violación flagrante de la soberanía española se procedió a la redacción de normas como «la acreditación previa de miembros del NCIS y del OSI por las autoridades españolas» y «la comunicación previa de toda operación a las autoridades españolas».


La búsqueda del móvil

Si la OTAN estuviera implicada en atentados como los de Madrid, la decisión estratégica de recurrir a la acción secreta hubiese tenido que contar con el aval del Comité de Coordinación de los Aliados y presentar un objetivo preciso. La concepción táctica de cada operación, incluyendo la de Madrid, hubiera estado exclusivamente en manos de Estados Unidos y del Reino Unido, sin poner al tanto a los Aliados.

En otras palabras, si los responsables de los servicios secretos aliados hubiesen dado su consentimiento para un montaje de la «guerra contra el terrorismo», el general James Jones (SACEUR), el embajador Nicholas Burns (Estados Unidos) y el embajador Peter Ricketts (Gran Bretaña) pudieron haber decidido el ataque contra Madrid a espaldas del gobierno español, posiblemente requiriendo el concurso de elementos de aparato estatal español en la realización de la operación.

La decisión de recurrir al terrorismo tendría que haber estado vinculada a la estrategia general de la OTAN, no a intereses políticos, aunque es posible que intereses políticos inmediatos hayan podido falsear la evaluación de la pertinencia de una operación en particular.

Visto de ese ángulo, sería erróneo interpretar una implicación de los servicios secretos atlánticos en función de las elecciones legislativas españolas o de la elección presidencial estadounidense. Ello equivaldría a enfocarse en una cuestión secundaria dejando pasar por alto el elemento fundamental de la cuestión.
La OTAN se abstiene de intervenir en la vida política de los Estados miembros cuando todos los competidores políticos son favorables a los intereses de la alianza atlántica (como en el caso del Partido Popular y el Partido Socialista españoles y el del Partido Republicano y el Partido Demócrata estadounidenses). La visión de la OTAN es mucho más amplia.

Además, es erróneo considerar que para la alianza atlántica era negativo que el Partido Popular perdiera el poder en España (Aznar no había querido presentar nuevamente su candidatura) y que las tropas españolas se retirasen de Irak.

El gobierno socialista [español] es un socio privilegiado para los laboristas que ejercen el poder en el Reino Unido. Una semana después de su elección, Zapatero declaraba que su «prioridad absoluta era la lucha contra el terrorismo». Por otro lado, el contingente español en Irak sólo tenía el noveno lugar en materia de efectivos (1 300 hombres, o sea menos del 1% de las tropas de la coalición en ese país). Además, su retirada se vio compensada por una implicación más importante de España en Afganistán.

Numerosos autores españoles se han interrogado sobre las razones que llevaron a los terroristas, quienes quiera que fueren, a actuar durante las elecciones legislativas. [Esos autores] han resaltado la manera en que las reacciones de los diversos protagonistas estuvieron determinadas en función de los intereses de cada cual. Pero eso no nos proporciona información alguna sobre las intenciones de los terroristas.

Si la operación se hubiese realizado por orden de la OTAN, el contexto electoral permitiría reforzar la teoría del «choque de civilizaciones»: o sea, musulmanes no vinculados a Al Qaeda tratan de destruir la democracia y las instituciones occidentales. Esa fue precisamente la versión de los atentados de Madrid que adoptó la justicia española. La misma que adoptó la justicia británica sobre los atentados de Londres.

Si la decisión de poner en escena un terrorismo islámico fue adoptada por el Comité de Coordinación de los Aliados, esa decisión pudo aplicarse los días 15 y 20 de noviembre de 2003 en Estambul, el 11 de marzo de 2004 en Madrid y el 7 de julio en Londres. Para tener validez, nuestra hipótesis debería explicar esos crímenes en conjunto.

¿Podían los objetivos que la OTAN se planteaba en aquel momento haber motivado ese tipo de intervención?

En 2004, la OTAN se encuentra en plena reorganización. Por un lado, parece en expansión: se prepara para la entrada de nuevos miembros; está implicada en la estabilización de Kosovo; garantiza la seguridad de la navegación en el Mediterráneo y en las aguas del cuerno de África; está desplegada en Afganistán y comienza a hacerlo en Irak; está conformando una Fuerza de Intervención Rápida capaz de defender sus intereses en cualquier lugar del planeta.

Pero por otro lado, la OTAN atraviesa una grave crisis: después de haber aportado en 2001, por primera vez en toda su historia, la asistencia de sus miembros a uno de ellos que había sido víctima, según los países miembros, de una agresión extranjera, ese mismo tema está siendo centro de graves divergencias en 2003.

Francia y Bélgica han negado que Irak pueda representar una amenaza terrorista para Estados Unidos, mientras que Turquía ha prohibido a Estados Unidos la utilización de su espacio aéreo y de las bases de la OTAN en territorio turco en el ataque contra Irak.

En pleno crecimiento, la OTAN se ve amenazada por un posible desmembramiento. Desunidos, sus miembros se implican en Irak «a la carta».

El único medio de reunificarlos consiste en iniciar nuevas acciones comunes en el marco de la «guerra contra el terrorismo».


Recrudecimiento del contraterrorismo entre los Aliados

En primer lugar, la OTAN refuerza su control sobre la población extendiendo a Europa las disposiciones de la Patriot Act. En la introducción de su libro La Fin de l’Etat de droit [En español, El fin del Estado de derecho. Nota del Traductor.], el sociólogo Jean-Claude Paye describe de la siguiente manera la reacción de la Unión Europea ante los atentados del 11 de marzo en Madrid:
«En ocasión de los atentados del 11 de marzo de 2004 en España han aparecido en nuestras pantallas de televisión una serie de especialistas del terrorismo que hacen una amalgama entre Al Qaeda, la ETA y diferentes tipos de refugiados políticos, haciendo así del “terrorismo” un término genérico que va a reemplazar al conjunto de situaciones concretas.

Una de las medidas unánimemente reclamada para conjurar ese peligro multiforme fue la instauración inmediata de la orden de arresto europea. La orden de arresto europea permite la entrega casi automática, por un Estado miembro [de la UE], de una persona requerida por una autoridad judicial de otro Estado miembro. En relación con los procedimientos de extradición, la orden de arresto europea elimina todos los controles políticos y judiciales que tienen que ver con el fondo y con la legalidad del pedido presentado, así como las posibilidades legales de oponerse a dicho pedido.

O sea, el pedido de arresto se satisface de forma incondicional y es legitimado por los demás países, sin entrar a analizar la legalidad del mismo ni su conformidad con los principios de un Estado de derecho.

La orden de arresto europea debía entrar en vigor el 1º de enero de 2004. Aprobada a nivel de la Unión Europea y ya incorporada a la mayoría de las legislaciones nacionales, esta medida estaba tardando sin embargo en entrar en funcionamiento. Una de las primeras consecuencias de los atentados cometidos en Madrid el 11 de marzo fue el fin de la resistencia que aún se mantenía a la utilización de la orden de arresto europea así como el recrudecimiento de medidas incontrolables, adoptadas en el marco de la cooperación judicial y policial entre los países europeos.

Es de temer entonces una aceleración del proceso de suspensión de las garantías constitucionales, ya en marcha después del 11 de septiembre. Las primeras medidas en ese sentido tienen que ver con el fortalecimiento de la cooperación policial y judicial. Una “capacidad de inteligencia” tendrá como función el análisis de los datos de inteligencia proporcionados por los servicios secretos y los cuerpos policiales de los Estados miembros.

Se trata también de adoptar legislaciones que permitan que los investigadores de varios países puedan trabajar en equipos comunes y de ratificar una convención de ayuda mutua judicial en materia penal. También se prevé favorecer los intercambios de datos: huellas digitales y características biométricas.

El Consejo de Jefes de Estado y de gobierno también quiere llegar, antes de 2005, a la instauración de pasaportes y de documentos de identidad que contengan datos tales como la fotografía del iris del ojo y las huellas digitales. Las compañías aéreas también estarían obligadas a comunicar a las autoridades aduanales y policiales europeas un conjunto de informaciones sobre sus pasajeros. Esta medida ya estaba en funcionamiento, para proveer información a las autoridades americanas, en los vuelos transatlánticos.

Todas estas medidas, como los pasaportes o documentos de identidad que incluyen un chip electrónico con datos biométricos, están en discusión desde hace tiempo. Los atentados son simplemente una oportunidad para eliminar la resistencia ante esas medidas liberticidas. Pero si las aplicamos a los atentados de Madrid, la eficacia de esas medidas resulta altamente discutible ya que las personas arrestadas estaban viviendo en España desde mucho antes y no viajaban a través de fronteras.
Por lo tanto, no podían ser detectadas a través de esos medios. Sin embargo, esas medidas son perfectamente adecuadas para un manejo policial de las poblaciones. La organización Statewatch ha demostrado que entre las 57 medidas previstas por el Consejo de Jefes de Estado y de gobierno reunido los días 25 y 26 de marzo de 2004, hay 27 proposiciones que no tienen nada o muy poco que ver con el terrorismo.
El objetivo de esas disposiciones no es garantizar la vigilancia de determinados grupos sino la vigilancia sobre la población a través del control de las comunicaciones».

Jean-Claude Paye demuestra que este control sobre la población se realiza para informar no sólo a las instituciones de los Estados miembros de la Unión Europea sino también a las autoridades estadounidenses. «El desarrollo de la cooperación transatlántica en el marco de la lucha contra el terrorismo revela el carácter orgánico del derecho penal en la formación de la estructura imperial.
La Unión Europea se somete a la hegemonía estadounidense en materia de organización del control de las poblaciones. En cuanto a Estados Unidos, sus exigencias tienen que ver más bien con la capacidad de sus instituciones policiales o judiciales para evadir las estructuras formales de los poderes ejecutivos y judiciales europeos.»


La «guerra contra el terrorismo» se extiende a África

El general Jones, comandante supremo de la OTAN y además gran jefe de las fuerzas estadounidenses en Europa (EuCom), se da a la tarea de crear un comando ad hoc para las fuerzas estadounidenses en África (AfriCom). Para justificar ese despliegue, que inquieta a los africanos, Jones no pierde ocasión de denunciar el peligro terrorista en ese continente. Esa misma argumentación servirá para meter a la OTAN en África. Es importante observar que la extraña decisión del Tribunal Supremo de atribuir los atentados de Madrid a terroristas islámicos no vinculados a Al Qaeda favorece esa perspectiva ya que esos islamistas son originarios del norte de África.

Durante su gira africana de julio de 2003, el presidente Bush advirte: «No dejaremos que los terroristas amenacen a los pueblos africanos, ni que utilicen África como base para amenazar el mundo». Los responsables estadounidenses multiplican las declaraciones en las que afirman que Al Qaeda se ha implantado en el desierto del Sahel, lo cual ponen en duda numerosos observadores. A principios de marzo de 2004 es el comandante en jefe adjunto de las fuerzas estadounidenses en Europa (EuCom, que también supervisa África en ese momento) quien advierte que miembros de Al Qaeda están tratando de establecerse «en la parte norte de África, en el Sahel y el Magreb. Están buscando un santuario como en Afganistán, cuando los talibanes estaban en el poder. Necesitan un lugar estable para equiparse, organizarse y reclutar nuevos miembros».

Los días 23 y 24 de marzo de 2004 una reunión sin precedente de los jefes de los estados mayores de 8 países del norte de África y del Reino Unido tiene lugar en la sede del EuCom, en Stuttgart, por iniciativa de Estados Unidos. En aquel momento todas las miradas se dirigían hacia el norte de África, particularmente hacia Marruecos, donde el GICM (Grupo Islámico Combatiente Marroquí) es considerado sospechoso de encontrarse detrás de los atentados de Madrid.
Se decide la puesta en práctica del TSCTP (trans-saharian counterterrorism partnership), ambicioso plan de entrenamiento de los ejércitos africanos para la lucha antiterrorista por parte de Estados Unidos. Estos planes de entrenamiento permiten a Estados Unidos establecerse en suelo africano dirigiendo discretamente los ejércitos locales. La selección de esta estrategia de despliegue responde a la necesidad de disminuir las pérdidas militares causadas por las invasiones de Afganistán e Irak.

Los atentados de Madrid se produjeron en el momento preciso para que Washington y Londres impusieran el TSCTP a esos 8 países africanos. Los atentados habían creado un clima de incertidumbre debido esencialmente a un rumor que anunciaba el próximo desembarco del ejército estadounidense en el norte de África, como en las invasiones de Afganistán y de Irak.

Varios periódicos españoles, argelinos y marroquíes alimentaban aquel rumor, que resultaría falso.

Por ejemplo, el importante diario español La Razón escribía el 21 de marzo de 2004: «Unidades de las fuerzas especiales estadounidenses y tropas militarizadas de la CIA se esperan en los próximos días en la región del Sahel (norte del Sahara). Participarán en la mayor operación antiterrorista realizada por Estados Unidos desde la guerra de Irak. Se prevé que los combates duren varias semanas. Los ejércitos de los países de la zona, que ya han aceptado abrir su espacio aéreo a la US Air Force, participarán en los combates bajo las órdenes de los estadounidenses (…)

El comienzo de la operación militar, decidido como consecuencia de los atentados de Madrid el 11 de marzo pudiera coincidir con (…) el 26 de marzo próximo». Este rumor de desembarco tiene toda la apariencia de una maniobra de intoxicación tendiente a forzar la mano a los dirigentes africanos sobre la cuestión del TSCTP.
La llegada de consejeros militares estadounidenses y británicos podía en efecto parecer a los dirigentes africanos un mal menor, comparada con una intervención del ejército estadounidense en sus países.

En todo caso, la OTAN como tal no quiso implicarse en el TSCTP. Fue solamente a partir de 2005 que los Estados miembros aceptaron enviar tropas a África, en apoyo a las operaciones de la Unión Africana en Sudán y Somalia. Los atentados de Madrid, presentados como un castigo contra Aznar por su implicación en la guerra de Irak (lo cual fue desmentido mucho más tarde por la justicia), permitieron integrar indirectamente la guerra contra Irak a la «guerra contra el terrorismo» en lógica continuación a las mentiras que el secretario de Estado Colin Powell profiriera en su discurso ante el Consejo de Seguridad de la ONU.

En cuanto a la ola de atentados islámicos en Europa, esta se interrumpió con la operación frustrada en Barcelona, en enero de 2008.


Conclusión

Al término de este análisis podemos afirmar que la decisión del Tribunal Supremo [español] no responde a la realidad sino a exigencias políticas. Elementos del aparato estatal español intervinieron para falsificar elementos probatorios y orientar la investigación hacia una pista prefabricada, la pista islamista. Los atentados fueron perpetrados por una organización militar que disponía de cómplices dentro del aparato del Estado.

La OTAN, cuyo pasado terroristas está fehacientemente demostrado, disponía del conocimiento, de los medios logísticos y tenía además un móvil para realizar esa operación. Si se abriera una nueva investigación judicial, el sospechoso principal debería ser la OTAN.

(Fuente : «Atentados de Madrid: la pista atlantista», por Mathieu Miquel, Red Voltaire , 16 de diciembre de 2009, www.voltairenet.org/a163327)