miércoles, 26 de marzo de 2014

JOHNNY GUZMÁN DENUNCIA LA "CONSPIRACIÓN DE LAS LETRAS MAYÚSCULAS"


Por si hace falta alguna presentación: Johnny Guzmán, conferencista internacional y director de cine, es el propietario de Quantum Leap Productions, una productora con sede en Nueva York y Ecuador cuyo programa estrella es "La hora de la verdad”, que también presenta. Dicho programa es uno de los canales fundamentales de la información libre en América, siendo su labor un referente al nivel de Salfate en Chile o Alex Jones en E.E.U.U.

Asistir a una charla de Johnny Guzmán tiene algo de estupefaciente. El inquieto buscador que lleva años mostrando el envés esotérico de un mundo al que nos hemos habituado, pero del que apenas sabemos nada con certeza, es capaz de aunar la brillantez expositiva de los grandes comunicadores de los medios de hoy con la crudeza apocalíptica de los profetas de antaño. Lo confirmó una vez más anteayer en Ecocentro en una charla lúcida y amena en la que bajo el título Las letras mayúsculas. El doble “Tú” facilitó las claves para sacudirnos de encima el régimen de esclavitud encubierta en que nos hallamos todos los habitantes de este reino desquiciado llamado “planeta Tierra”. Un reino, dijo, al que sabemos que no pertenecemos, pero al que nos han arrojado poderes que ni imaginamos, poderes que, no obstante, tampoco son absolutos, sino que han de cumplir ciertas reglas. En esta reglamentación se cifra la posibilidad de escapar a su tiranía.

Tal como nos recordó la cita de Martin Luther King con que abrió su exposición, “la libertad nunca es dada voluntariamente por el opresor. Debe ser exigida por el oprimido”. ¿Qué libertad puede concebirse en un sistema que nos condena a la infancia perpétua, urgidos a la obediencia y a una contínua petición de permisos, certificados y autorizaciones para ejercer lo que constituyen nuestros derechos como personas? No, desde luego, la representada por el término “freedom”, sino el restrictivo “liberty” con que se confunde, y que originariamente designaba la relativa libertad del marino que al llegar a tierra obtiene permiso del capitán para concederse un aliviador –y temporal- esparcimiento.

Porque, amigo lector, somos, en el sentido más peyorativo del término, esclavos. Propiedades del estado. Mano de obra obligada a cumplir con las imposiciones de un amo cuya malignidad y maquiavelismo no podemos ni sospechar. Ni somos dueños de nosotros mismos, ni dueños de nada.

Repito: tú no eres dueño de nada. Ni de tu nombre, ni de tu casa, ni de tu coche, televisión, ropa, hijos, ... Eres un esclavo. Y lo eres con todas las garantías legales ... de que gozan tus amos. Porque de una forma diabólica –y no es una metáfora- han pervertido el orden legal, administrativo y jurídico para que así sea. Con tu ignorante consentimiento.

¿Cómo?, te preguntarás, si la esclavitud es prohibida por leyes, constituciones, declaraciones varias, ... empezando por la Declaración Universal de los Derechos Humanos. ¿Son papel mojado? ¿Cínicos exponentes de la hipocresía del Poder?

No. Es aún más retorcido. Esos derechos se aplican a los Humanos. A lo que tú no eres. A lo que se te ha despojado de ser desde el mismo momento en que fuíste inscrito en un certificado de nacimiento.

Ese certificado da fe de tu existencia no como ser humano genuino, sino como mercancía. Como valor. Eres una propiedad entregada al Estado, que certifica tu adquisición. Desde ese momento, tu existencia como ser natural, como humano genuino (lo que somos) es suplantada por una entidad ficticia, “el original” en términos jurídicos. O, si se prefiere, el "doble tú". Todo el proceso de nacimiento es revestido de unas formalidades nada inocentes bajo las que la persona física es transformada en persona jurídica, en una corporación cuyo devenir va a ser documentado en adelante en letras mayúsculas, las que corresponden a la entidad económica-jurídica que el Estado proyecta en tí.

El revestimiento legal de esta suplantación es formalmente impecable. Frente a la naturaleza humana que nos corresponde, sujeta solo a las leyes naturales -aplicables a un ser humano vivo (básicamente, el respeto a la vida y a la propiedad de los otros seres humanos)-, se nos somete a la Ley Marítima que rige el comercio. El mero acto de nacer es asimilado al “hallazgo” de un fardo en el mar (el líquido amniótico, el “romper aguas” que da origen al nuevo ser: la mercancía es recuperada del agua). La entrega del niño al personal hospitalario que lo lava simboliza la cesión de la propiedad que efectúa su madre. A partir de ese momento, el niño puede ser objeto de reclamación por un particular. Pero a los 30 días de que su nacimiento sea publicado sin que nadie reclame su paternidad, el niño que ha nacido se declara “abandonado” y el Estado se lo adueña. El certificado de nacimiento garantiza esa propiedad. Y son los propios padres quienes firman esa cesión, en un documento que será archivado en ese gigantesco registro de la propiedad que es el Smithsonian de Newark (Nueva Jersey). Totalmente demencial. Pero real ...

Johnny Guzmán durante su charla en Ecocentro (Madrid)
El Estado no solo se adueña de tu persona. También de tu ADN, que quedará registrado. ¿Cómo? Aquí llega la parte más retorcida de todo el asunto: a través de la materia muerta producida en el parto, que toda madre debería reclamar. La placenta.

Se ha documentado la apropiación de la placenta por los hospitales (parece que incluso se invita a las parturientas a firmar su cesión “con fines científicos”). Se sabe que en la mayor parte de los casos es vendida a la industria cosmética. No es lo más escandaloso del asunto. Aún más lo es que, simbólicamente, esa excrecencia, ese residuo, es la base material sobre la que el Estado afirma su propiedad sobre el sujeto. Pura magia negra. Ideada por psicópatas. Ejercida por psicópatas. Padecida por ese 99 % de la población mundial que reivindica sus derechos sin saber cómo convertir esa reclamación en efectiva.

Resumiendo, puesto que el tema es tan amplio que Johnny Guzmán invitaba a sus oyentes a investigar y compartir los hallazgos posibles al respecto: la entidad ficticia creada por medio de la manipulación del lenguaje sustituye al ser humano vivo. La ilusión se mantendrá durante toda la vida del “original”. El certificado de nacimiento es, de hecho, un valor en bolsa sobre el cálculo de lo que el ser humano va a producir. Somos la garantía de una expectativa de beneficio, que Johnny cree posible estimar en medio millón de dólares.

La persona natural queda encerrada en una ficción identificada mediante su nombre en mayúsculas, un nombre que es una mera convención administrativa. La ilusión rige toda la existencia. A partir de su inadvertida constitución, el “doble yo” creado, el “hombre de paja” carece de cualquier libertad que no le sea donada. Ha de solicitar permisos, préstamos, licencias, ... para todo. Un lenguaje críptico, una manipulación simbólica de la realidad le ha convertido en un mendigo.

El mero hecho de casarse supone pedir permiso al dueño de la corporación (el Estado).

¿Por qué aparece el nombre de un banco al pie de un regis-
tro de nacimiento? Es obvio: es el principal interesado.
Recuerda que para inscribir a un hijo natural (de padres no casados) en el Registro Civil han de comparecer ambos progenitores. ¿Por qué? Porque el Estado no les ha concedido permiso para procrear, y el fruto de ese “hecho irregular” debe ser identificado y “transferido” por ambos. Si hay un matrimonio permitido, legal y registrado basta con que el padre registre al hijo.

Nos han empujado a ser víctimas de una estafa perfecta.

Y no acaba aquí el sometimiento. “Ellos” (la banca, la realeza, la Iglesia, ...) han reforzado su dominio sobre sus esclavos mediante maniobras aún más sutiles, encaminadas a sumirnos en la ilusión, el engaño y la confusión.

Por ejemplo, han abandonado –aparentemente- el cómputo temporal basado en el Antiguo Testamento (subjetivo, si se quiere, pero unificador, aunque sea sobre la base de otra ilusión) y en vez de situarnos en el año 5774 toman el –supuesto- nacimiento de Cristo para situar nuestra cronología en 2014. Es decir, en lo que para “ellos” es el pasado. Nos han arrojado de su “línea de tiempo” para ubicarnos en otra irreal. A sus ojos somos dementes que reclaman sobre hechos ya sucedidos y, por tanto, irremediables. Y como un loco está incapacitado para representarse a sí mismo se le ha de asignar a un abogado, alguien que –incluso con la mejor intención- participará de la farsa que estos psicópatas han creado para robarnos la riqueza que nuestro trabajo crea.

Aristóteles afirmó que "el hombre más poderoso es aquél que es totalmente dueño de sí mismo". ¿Cómo podemos romper la ilusión del “doble yo”? ¿Cómo dejar de ser una corporación y recuperar nuestro ser genuino? Reivindicando nuestro carácter de persona natural, de ser humano vivo ajeno a la personalidad artificial y ficticia que nos han impuesto. Lograrlo implica reclamar al menos tres cosas: nuestro ADN, nuestro nombre (en minúsculas) como único significante de quien somos –no de nuestra identidad- y nuestro certificado de nacimiento.

Johnny Guzmán con el autor del blog
Como indicaba al comienzo de esta reseña, el macabro juego tiene unas reglas. Recuperar la condición de hombre libre supone utilizar estas reglas en nuestro favor. El problema estriba en recopilar la suficiente información jurídica y semántica para esquivar las múltiples trampas diseñadas por el sistema. Un solo descuido en el proceso supone quedar atrapado en la kafkiana telaraña sostenida por políticos, banqueros, jueces y policías, y diseñada por una mente tan absolutamente carente de escrúpulos que cuesta pensarla como humana. Con solo aceptar como designación válida el nombre con que se nos identifica administrativamente (recuerda que no eres dueño de tu nombre) "entramos en contrato" con el poder del Estado, que somete la corporación que somos a su jurisdicción ... bajo la desfavorable circunstancia de que el amparo de las leyes nos es inaplicable: las corporaciones tienen estatutos, no leyes.

La única baza con que contamos frente a este sistema psicópata es que prefiere renunciar a su dominio sobre nosotros antes que reconocer que somos esclavos. En el mundo anglosajón, donde el movimiento "freeman" nos lleva una notable delantera en la denuncia de esta trampa, son ya un nutrido grupo quienes han conseguido llevar al éxito su reclamación de regirse solo por la ley natural. Gente como el hombre que, detenido por pescar en una Reserva Natural en Montana, fue juzgado y ganó el caso apelando a su derecho fundamental a alimentarse.

Solo quien recupera el reconocimiento de "ser humano vivo" escapa a la trampa de la esclavitud, los impuestos y el sometimiento. Mientras que el doble jurídico está sometido, los seres humanos naturales están por encima de las leyes de cada país. Son, de hecho, intocables. Quienes han construido este fraude no dudan en extorsionar, torturar o dañar de mil formas a los que, sin conocimiento de ello, lo han "aceptado". Pero saben que dañar al ser humano genuino, dotado de espíritu y dignidad, conllevaría unas consecuencias que no quieren asumir. La ley del Karma también rige para ellos. Y nadie ofende al Universo impunemente.

Ahí radica nuestra esperanza.

En ello, y en que, ante el océano en que opera la Ley Marítima, "solos, somos una gota; unidos somos un tsunami".

(posesodegerasa)

martes, 11 de marzo de 2014

11-M: ¿A QUIÉN LE IMPORTA LA VERDAD?



El 11/M de 2004, diez bombas explosionaron al mismo tiempo en cuatro trenes de trabajadores que llegaban a la estación de Atocha en Madrid para iniciar su jornada. Es la mayor masacre terrorista de Europa: 193 muertos y más de 1.750 heridos.

La matanza fue el resultado de una doble combinación de intereses contrapuestos: el del gobierno del PP, cuyas maniobras para engañar a la población dieron toda clase de facilidades a la mano negra que lo ejecutó, y los de las "cloacas" secretas del Estado, que facilitaron al núcleo duro del PSOE la información privilegiada que les permitió capitalizar la indignación popular desatada. Vayamos por partes:

Los servicios secretos (las "cloacas del Estado", en expresión de Felipe González) se habían movilizado para desbaratar la que el PP consideraba su jugada maestra para ganar de calle unas elecciones en que todas las encuestas les favorecían: el desbaratar de nuevo un atentado terrorista masivo contra una estación de tren, algo que ya había ocurrido la navidad del 2002 cuando se interceptó la llamada "caravana de la muerte" de ETA, destinada a volar la estación de Chamartín.

El plan de Aznar era presentar ante la opinión pública el doble éxito de frustrar un macro-atentado en vispera de las elecciones generales y la detención de toda la cúpula de la banda terrorista. El segundo objetivo estaba fijado para el 12-M, lo que nos hace sospechar que ésa era la fecha en que se había previsto la escenificación del previo "gran éxito" anti-terrorista de Interior. Solo que el escenario que se había diseñado para tal fin les estalla en las manos un día antes, lo que genera una reacción de pánico en la cúpula del gobierno, que a partir de ese momento se entrega de un modo autista a repetir la consigna "Ha sido ETA" sin ser capaces de analizar lo que realmente ha sucedido.

Lo que ha sucedido es, sencillamente, que el "aprendiz de brujo" Aznar, intentando jugar electoralmente la baza del terrorismo (que tanto respaldo le dio en el pasado, empezando por aquél extraño "atentado" contra él cuando era jefe de la oposición), apostó por una estrategia que se le fue de las manos, algo que ni en ese momento, ni nunca, puede reconocer. Una vez que las circunstancias le sobrepasan, ni puede admitir la verdad ni tiene una explicación alternativa que ofrecer a la ciudadanía.

Quién sí la tiene es el núcleo duro PRISA-PSOE: a primera hora de la noche del día siguiente al atentado, Margarita Robles, ex-secretaria de Estado de Interior con Felipe González, conversa ampliamente por teléfono con la juez antiterrorista francesa Laurence Le Vert, casada con un masón grado 33, quien la avisa de que al día siguiente se iban a producir detenciones de células islamistas. Robles informó inmediatamente a José Blanco, secretario de Organización del PSOE en la oposición, que se encontraba cenando con Alfredo Pérez Rubalcaba y otros destacados socialistas. La información procedía del marido masón de la juez, muy relacionado con los servicios secretos españoles.

La información recibida pone en marcha la estrategia de presentar los atentados como la venganza de una célula terrorista autónoma vinculada a Al Qaeda por el respaldo de Aznar a la invasión de Iraq. El aprovechamiento de una "versión oficial" que se les da hecha desde altísimas instancias del poder mundial lleva a algunos de los voceros del PSOE a completarla atolondradamente con lo que consideran que es coherente con la información privilegiada que poseen, como cuando Rodríguez Zapatero proclama en la radio que se han hallado restos de terroristas suicidas, algo que luego ni se molestará en desmentir, sino directamente en fingir que no ha sucedido, y que Iñaki Gabilondo, servilmente, nunca le recordará.

Y aquí es donde la fabricación de "pruebas" para apuntalar la versión oficial se desliza por unos terrenos increíblemente chapuceros pero que, aún así, cuelan, más que nada porque en la España del siglo XXI todavía es verdad lo que decía Unamuno de aquí solo utilizamos la cabeza para embestir. La principal, la mochila de Vallecas, salida de la nada, o más bien improvisada para sustituir al señuelo previo que fue explosionado por los Tedax en la calle Tellez, y que dirigió la investigación hacia unos cabezas de turco condenados a asumir ante la opinión pública el papel de autores materiales, confidentes y pequeños traficantes absolutamente "occidentalizados" a quienes se presentó como fanáticos "yihadistas".

La mochila, incapacitada para explotar, contenía metralla, cuando en los cadáveres del 11-M no se encontraron restos ni de metralla, ni de clavos ni de tornillería. Su primera fotografía apareció en la prensa norteamericana, no en la española. No provenía del pabellón de Ifema donde fue a parar todo lo hallado en el escenario de las explosiones. Ninguna investigación seria la habría tenido en cuenta, pero hablamos de una España donde la lucha por el poder político no para mientes en sutilezas.

Toda la estrategia policial dio por válida la utilización de teléfonos móviles para hacer explosionar las bombas, y tirando del hilo de las tarjetas se cargó el muerto a una delirante trama de pequeños delincuentes marroquíes que fueron "suicidados" en el piso de Leganés, única acción en toda la historia de los GEO en que éstos sufren una baja y única acción del cuerpo que no es grabada en vídeo. Otra singularidad más que añadir a la historia.

El juicio del 11-M fue una pantomima encomendada al juez menos profesional que uno pueda imaginar, un Gómez Bermúdez cuya función fue la de apuntalar la imputación contra unos hombres de paja que ya no podían defenderse, y dejar intactos a los culpables. Pocos jueces hubieran sido capaces de inhibirse ante la increíble actuación del nefando Juan Jesús Sanchez Manzano, entonces jefe de los TEDAX de la Policía Nacional (responsable de la custodia de los trenes y demás pruebas de las explosiones que evitó que la Policía Científica hiciese su trabajo, asumiéndo un mando que no le correspondía), y a quien su falso testimonio en sede judicial, incumplimiento del deber y ocultación de pruebas no solo le han salido gratis, sino que su posterior carrera solo puede entenderse como la recompensa por imposibilitar materialmente toda explicación alternativa a la "verdad oficial". Algo que comparte con el juez del caso, antes reconocido por lo que no hizo que por lo que hizo.

En una entrevista publicada en EL MUNDO este mismo mes Gómez Bermúdez se retrata como responsable de una zafiedad intelectual indigna de un letrado, salvo en este país en que los fiscales hacen de abogados y los jueces de malabaristas: miente al negar las promesas de justicia que hizo a familiares de las víctimas, afirma no saber quién ordenó el atentado ni haberse molestado en aclararlo, afirma que daría igual que el explosivo utilizado el 11-M hubiera sido Titadyn en vez de Goma2-ECO, considera irrelevante la destrucción de pruebas a que se procedió inmediatamente después del atentado y juzga como solamente "inoportuna" la publicación de un libro sobre el juicio sobre quien entonces era su mujer, Elisa Beni, como si el panfleto hubiera sido escrito a sus espaldas.

En manos como las de este "peculiar" sujeto está la llamada "Justicia" en este país.

Que la versión oficial del 11-M es un hatajo de mentiras lo sabe todo aquél que se ha molestado en contrastar la información oficial con la que unos pocos investigadores independientes han logrado arañar a un monolítico discurso oficial que no funciona sin la credibilidad ideológicamente asentada del español medio, siendo acusados por quiénes califican la búsqueda de la verdad como "remover la mierda". Los promotores del "¿Quién ha sido?" hace tiempo que dejaron su pregunta en el aire, dado que el beneficio que les reportó plantearla en su momento fue recibido con creces. Los que mintieron a la opinión pública saben que la verdad les sería dañina, por lo que prefieren quedar como torpes antes que ver su maquiavélico plan de engaño al electorado expuesto. En un país en que los partidos se han convertido en gestores de sobornos y máquinas de hacer negocio, ninguno de los dos asentados tiene interés en que la verdad salga a la luz.

A la pregunta que encabeza este artículo hay que responder que la verdad solo parece interesar ya a los familiares de las víctimas y a algunos "outsiders" que hacemos nuestro el viejo lema "antes la verdad que duele que la mentira que consuela". Los primeros ya saben el escarmiento que aguarda a quien va demasiado lejos en su demanda de verdad: ahí está el caso de Fernando García, padre de una de las niñas asesinadas en el ritual satánico de Alcasser,  y condenado a prisión. Los segundos sabemos los riesgos que corremos, pero quien no se arriesga no está vivo.

Si hay una constante en todos los medios que han investigado con mayor o menor determinación lo que ocurrió hace hoy diez años es haberse detenido ante la "línea roja" que hay que traspasar para llegar a la verdad. El miedo, la conveniencia o el vértigo han podido más que el teórico compromiso con la información. Porque si existe un denominador común es el de silenciar lo que ocurrió inmediatamente antes de los atentados.

Y lo que ocurrió fue el llamado "ejercicio CMX 2004" de la OTAN, un simulacro que, una vez más, sirve de ensayo previo a un atentado real producido cuando su viabilidad ya ha sido testada. Ocurrió el 11-S, el 7-J, y, por supuesto, el 11-M. Los lectores de este blog ya saben cómo van estas cosas, así que espero que me perdonen la autocita:

"... hay que recordar la información, contrastada pero poco difundida, de que un dia antes de la materialización de los atentados la O.T.A.N. realizó en suelo español un simulacro de atentado sobre la hipótesis de un ataque de Al Quaeda que provocaría 200 muertos. El ejercicio, cuyo contenido es confidencial, se denominó “CMX 2004 de gestión de crisis” y en él participaron los 19 países aliados (y, por primera vez, los siete candidatos del Este de Europa que preparaban su adhesión a la OTAN).

Se trató, como es habitual en los ejercicios anuales CMX, de una batalla de papel en la que no hubo movilización real de tropas ni policías, pero sí un cruce oficial de órdenes y reuniones al más alto nivel para tomar supuestas decisiones de coordinación y respuesta. Este proceder facilitó la desactivación de los protocolos de seguridad habituales en los servicios de seguridad de los países anfitriones del simulacro.

De hecho, España permitía por primera vez el libre movimiento de agentes del servicio secreto de E.E.U.U. por el territorio nacional sin que su intercepción por parte de la policía o de servicios de seguridad españoles diera lugar a otra cosa que a su identificación como parte del ejercicio de la OTAN y su inmediata puesta en libertad.

En una palabra, comandos incontrolados -algunas fuentes hablan de mercenarios israelíes- que solo respondían ante una potencia extranjera pudieron moverse por Madrid con total libertad. Creo que es fácil adivinar para qué aprovecharon dicha libertad.

Además, el coordinador en la Alianza y jefe de la División de Inteligencia es el estadounidense Richard Sentner, que en 2003, había asistido a una reunión en Madrid en la que el director del Centro Nacional de Inteligencia, Jorge Dezcallar, resaltó que existía un peligro creciente de atentados de Al Qaeda en los países que estaban apoyando a EEUU en la Guerra de Irak, “mostró su preocupación porque se produjeran en España” (parece que más bien estaba marcando el objetivo).

Responsabilizar al terrorismo islamista de lo sucedido fué lo más sencillo de toda la operación: la policía tenía infiltradas a varias redes de pequeños traficantes marroquíes a los que era fácil presentar como fanatizados "yihadistas" (sobre todo después de que el "suicidio de Leganés" les dejara sin derecho a réplica).

Culpar a estos "hombres de paja" posibilitaba el cubrir a los verdaderos autores. La clave del éxito de la operación pasaba por la fabricación de un falso señuelo (la mochila de Vallecas) y la ocultación de la presencia de un explosivo militar (C3 o C4) en los vagones, desguazados a toda prisa y sin que se guardasen muestras fiables que pudieran desbaratar la versión oficial. El juicio de la Casa de Campo fué la estudiada pantomima que dio solidez ante la opinión pública a una versión oficial esencialmente improvisada para ocultar una verdad que ni el P.P. ni el P.S.O.E. podían asumir (lo que, al menos "a posteriori", ha convertido a ambos partidos en cómplices de una conjura que implica delitos tan graves como la omisión del deber de perseguir crímenes, falso testimonio y encubrimiento por ocultación y destrucción de pruebas)".



La verdad por definición, es lo que nadie va a creer nunca. Puedo difundir esta información sabiendo que nadie me va a "molestar" por ello, ... puesto que hacerlo sería como confirmarla. Y ser desacreditado no me preocupa.

Me preocupa la pasividad acrítica con que el ciudadano acepta la versión oficial, por insostenible que sea, de hechos que le convierten en rehén de guerras secretas, la resignación con que renuncia a una verdad a la que tiene derecho, la aceptación de que le van a mentir y aún así acepta participar de una pantomima en la que siempre va a ser burlado. Quienes decimos que dos y dos son cuatro somos "conspiranoicos de mierda" a los ojos de un rebaño que Orwell retrató con visionaria precisión hace ya casi 60 años, perpetuos menores de edad que nunca querrán pensar por sí mismos, puesto que no quieren saber que hay versiones alternativas al discurso oficial, mucho más coherentes con los hechos.

El astuto masón Rubalcaba convirtió el "mantra" de "Los españoles no merecen un gobierno que les mienta" en el leit-motiv de su campaña de aprovechamiento de un respaldo electoral que los poderes en la sombra le regalaron en su día. Tal vez los españoles no merecieran un gobierno mentiroso, pero, ganase quien ganase las elecciones de 2004, lo iban a tener.


El pasado domingo, los dos medios de mayor difusión de la prensa escrita, adscrito cada uno a una de las dos Españas en que otra vez se rompió el país hace diez años a cuenta de las interpretaciones entrecruzadas de quién fue el responsable de la masacre, seguían eludiendo la verdad. EL PAÍS titulaba en portada "Los ataques yihadistas del 11-M se planificaron en 2001 en Karachi", en una enésima vuelta de tuerca a la atribución del atentado al islamismo radical, toda vez que la cronología de los hechos conocida invalida la teoría de la represalia contra el apoyo de Aznar a Bush. Por su parte la edición de EL MUNDO incluye en la Carta del Director (Casimiro Gª Abadillo, defenestrado Pedro J. Ramírez por sus cada vez más poderosos enemigos, al haber sumado a ellos al Rey y a Rajoy) se distancia de su "conspiranoia" inicial al señalar que "dimos crédito a informaciones que solo tenían como fin confundirnos".

Todas las voces críticas parecen haber asumido con fatalismo que la verdad queda para los historiadores del mañana. Pero el malestar que crea la intuición de que las vidas de nuestros conciudadanos fue la moneda de cambio para el logro de oscuros fines geoestratégicos se ha cronificado en nuestras mentes y corazones. Y dudo que desaparezca mientras quede con vida uno solo de los ciudadanos a los que el espanto golpeó aquella dantesca mañana de marzo.

(posesodegerasa)