Las bondades (nutricionales, médicas, espirituales, …) del ayuno son de sobra conocidas. No obstante, su nivel de exigencia hace que siga siendo una terapia minoritaria, asociada a los rigores de un misticismo de ascética exigencia. Los evangelios cuentan que Jesús ayunó cuarenta días en el desierto, exactamente el mismo periodo que se dice que cumplió Mahoma (el plazo, además, que los médicos afirman que el organismo humano puede resistir antes de que empiecen a aparecer daños orgánicos). Buda experimentó los más severos ayunos antes de optar por la “vía intermedia”. La experiencia extrema de estos maestros sirvió para manifestar su potencial espiritual y les puso en la senda de la transformación, no ya de su persona, sino de la vivencia espiritual de todo el planeta. El ayuno ha sido la vía regia hacia la interioridad del alma.
Desde el momento en que Víctor convirtió en permanente su ayuno comenzó un sorprendente proceso de transformación que nada asegura que haya terminado: recuperó visión (era miope); le brotó una dentadura nueva, blanca y deslumbrante (el proceso, eso sí, le resultó el mas doloroso que dice haber experimentado en esta existencia); le creció el cabello, que antes empezaba a escasearle, … En definitiva, su cuerpo experimentó un completo proceso de regeneración que le ha deparado una apariencia andrógina y de una extraña belleza. Delgado, pero ágil, tiene, sin lugar a dudas, el físico ideal para interpretar a un ser extraterrestre de los que se nos dice que son benefactores de la humanidad, dado que ésta es su condición, y que el término “humano”, que nos define a ti y a mi, querido lector, no le es aplicable al mismo nivel a Víctor. Habría que inventar una categoría léxica nueva para referirnos a ciertos seres trascendidos: Nicolás Flamel tras haber alcanzado la inmortalidad por la vía de la alquimia, Jesús transfigurado ante sus discípulos, Prahlad Jani sumido en su autosuficiente indiferencia; … La etiqueta “pránico” o “respiracionista” -analizaremos ambos términos- no deja de ser una convención con la que poder “manejar”, mediante la magia del lenguaje, unos hechos que dinamitan la lógica que rige nuestro pensamiento.
Víctor es humano en su apariencia, pero un ser angélico en su esencia. Las mejores cualidades del niño y del adulto se dan cita en él: inocencia, humor, sentido de la responsabilidad, … Es, además, la persona más amable con la que he tratado nunca.
Su presencia nunca pasa desapercibida. Emana un atractivo que resulta fascinante para unos y desasosegante para muchos. En los aeropuertos, en los que pasa mucho tiempo en su constante peregrinaje por el mundo, es frecuentemente escudriñado e interrogado por circunspectos funcionarios ante los cuales resulta siempre sospechoso de no se sabe bien qué. Y de la hostilidad que puede llegar a despertar da fe un violento suceso: durante una charla en su Argentina natal fue súbitamente apuñalado en el pecho por un exaltado. Sus heridas tardaron apenas 72 horas en curar. Una vez repuesto, pidió la liberación de su agresor, contra el cual no interpuso denuncia alguna.
Su existencia es un desafío. Que un ser como él se mantenga vivo demuestra que el cuerpo puede adaptarse a una supresión absoluta del alimento. Del alimento material, habría que matizar, puesto que el cuerpo necesita nutrientes, solo que, en determinados casos, éstos pueden ser tomados directamente de la atmósfera, donde se encuentran en suspensión en forma de “prana” (energía vital, “chi” o “ki”) de un modo similar a como se encuentra el plancton en los océanos.
Curiosamente, no es partidario del “sungazing” (observación directa del sol al salir o ponerse, para obtener de él salud y equilibrio), la técnica ancestral recuperada y difundida por Hira Ratan Manek. En su dia me sorprendió ver que algún internauta socarrón hizo uso de unas fotos que tomé a Víctor en el proceso de San Vicente de Piedrahita en 2011 para un montaje de ¡tres vídeos! en los que se "enfrenta" en ruda lucha cuerpo a cuerpo con Ratan Manek. Me consta que Víctor los celebró humorísticamente y, a día de hoy, siguen siendo accesibles en YouTube.
El pranismo, tal como Víctor lo difunde, es otra cosa. No se trata de dejar de alimentarse ni de mejorar la apariencia. Es más bien el resultado final de un trabajo interior cimentado en la meditación, la importancia de la respiración y el cambio de actitud interna hacia la realidad y hacia nosotros mismos.
Al final de este camino, el ser espiritual que somos se desprende de forma natural de sus necesidades y accede a un plano de pura presencia, sin depender ya de nada más que lo que el presente nos regala.
(En breve, la cuarta entrega de esta serie)
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